Nació el sábado 5 de abril de 1856 en Rebordelo, Provincia de Pontevedra, España, siendo hijo de don José García y de doña María Meijón, nieto de don Domingo Antonio García y María Rodríguez por la parte paterna, y de doña Rosa Meijón por la materna, fue bautizado por el párroco de Rebordelo Pbro. Ignacio Ogando, también familiar suyo. Fueron sus padrinos María Vidal y su hija María Rosa. Su nombre completo era Manuel Antonio García Meijón.
El padre de don Manuel era primo del de don Miguel García Senra, y hermano de la madre de don José Manuel Martínez García, de lo que se deduce que los tres fueron primos.
Llegó a la Argentina en agosto de 1874, con 18 años de edad. Desde Buenos Aires se trasladó a Junín, donde trabajó como dependiente en el negocio del señor Miravalles. Hay quienes creen que con anterioridad también vivió en San Andrés de Giles y San Antonio de Areco.
Don Manuel anhelaba convertirse en un comerciante independiente, para lo que fue ahorrando y relacionándose con los directivos de las casas mayoristas gallegas de Buenos Aires que visitaban Junín.
En 1882 se instaló en el naciente pueblo de Lincoln con un almacén de ramos generales que llamó “EL SOL DE MAYO”, y llegó a ocupar prácticamente toda la manzana rodeada por la Avda. 9 de Julio y las calles Alsina, Mitre y Drago, lugar donde posteriormente se ubicara la Agencia Ford.
Asoció en su empresa a Isidro y Servando Martínez y entre 1885 y 1886 incorporó a Vidal, todos familiares suyos. “EL SOL DE MAYO” ya se había convertido en un gran almacén.
Fue socio fundador de la Sociedad Española de Socorros Mutuos de Lincoln, creada el 1º de febrero de 1884.
En 1886 llegaron de España su primo Miguel García Senra y Arturo Domínguez. Ambos recalaron en el almacén “DEL RELOJ” de Moreno, del que ya era propietario don José Manuel Martínez García. Al poco tiempo don Manuel le pidió a don José que le recomendara a alguna persona para trabajar en “EL SOL DE MAYO”. De esta forma, Arturo Domínguez se incorporó al negocio de Lincoln.
El 21 de julio de 1889, don Manuel A. García, con Cruz M. Sein, José Ferreyra, Antonio Bauzá y César Rossi, todos miembros del Consejo Escolar de Lincoln, junto a personal docente del Partido, se constituyeron en asamblea y fundaron la primera biblioteca del distrito, que fue denominada “Biblioteca Escolar Popular Pestalozzi”. En 1907 pasó a depender de la Municipalidad y desde el 28 de agosto de 1924 lleva el nombre de “Biblioteca Sarmiento”.
En 1891 asoció a Arturo Domínguez a su empresa y en 1892 inauguró sus oficinas en la Capital Federal.
Alquiló el molino que pertenecía a doña Juana Charpín y pasó a ser el principal proveedor de harinas de la zona. Para entonces, “EL SOL DE MAYO” era uno de los comercios más importantes de la provincia.
Gestionó con éxito la instalación de una Sucursal del Banco de la Nación Argentina en Lincoln, la que se inauguró el 26 de abril de 1897.
En 1903 fundó el Banco Popular de Lincoln. Como lo anunciaban los periódicos de la época, esta pionera institución realizaba toda clase de operaciones bancarias y estaba situada en la esquina de la Avda. Leandro N. Alem y 9 de Julio, local que había pertenecido a la Panadería Russo y anteriormente a la familia Charpín y actualmente es ocupado por el Banco de Galicia. A comienzos de 1909, sus accionistas lo vendieron con buena utilidad al Banco Español del Río de la Plata Ltdo.
Valiéndose de sus excelentes relaciones con las autoridades del Ferrocarril Oeste, entre 1904 y 1905 don Manuel gestionó la construcción de un ramal entre Los Toldos y Roberts, con tres estaciones intermedias.
Paralelamente puso en marcha su proyecto agrícola, arrendó cerca de 20.000 hectáreas de campo y las pobló con más de 100 colonos a los que entregó semillas y herramientas, más los elementos necesarios para su subsistencia.
Dada la envergadura del proyecto, en 1907 delegó en Arturo Domínguez la dirección del negocio de Lincoln, el que abrió Sucursales en El Triunfo y Martínez de Hoz.
Don Manuel, como era costumbre en los comerciantes españoles, requería empleados de confianza, preferentemente compatriotas. Es así que en sus emprendimientos ocupó a familiares como sus sobrinos Celso y José Ogando, los hermanos Pan y Camilo Fraguas, entre otros.
Mientras tanto, el ramal ferroviario que había gestionado estaba en plena construcción y el 9 de septiembre de 1909, partió el primer tren entre Los Toldos y Roberts, pasando por las tres nuevas estaciones intermedias: CHANCAY, EL TRIUNFO y VIGILANCIA.
Esta circunstancia motivó que se considerara ese día como la fecha de fundación de El Triunfo y a don MANUEL ANTONIO GARCIA MEIJON como a su fundador.
El ambicioso proyecto agrícola terminó en un quebranto millonario, que fue el inicio de su debacle económica. En 1909, una baja de precios del trigo en el mercado mundial, le ocasionó una importante pérdida. Al año siguiente la cosecha fracasó por falta de lluvias, y en los años 1911 a 1914 por inundaciones. Aparentemente, don Manuel desistió de iniciar juicios para el cobro de sus créditos con los colonos deudores, y desactivó el proyecto.
Cerró definitivamente “EL SOL DE MAYO” de Lincoln, y la Sucursal de El Triunfo quedó en manos de su sobrino don Celso Ogando García.
En 1920 integró por última vez el Consejo Directivo de la Sociedad Española de Socorros Mutuos de Lincoln.
Se radicó en Buenos Aires y fundó la "Sociedad Anónima Comercial Agrícola Ganadera Manuel Antas García”, dedicada a la exportación y gran comercio de cereales y haciendas, donde incursionó con variada fortuna, pero sin poder recuperarse del desastre del proyecto agrícola.
En 1932, quebrado económicamente se instaló en Pasteur, donde pasó los últimos años de su vida sumido en la pobreza, viviendo en una precaria vivienda que le facilitaron sus amigos, y con la ayuda de una pensión vitalicia de la Municipalidad de Lincoln.
La tristeza de la etapa final de la vida de don Manuel, debe haberle hecho recordar su viaje desde España, en la clase más económica, aunque su contracción al trabajo, su honradez y la austeridad con que supo manejar sus ingresos, le permitieron llegar a ser uno de los más importantes comerciantes de la provincia, manejando sumas de dinero incalculables.
En 1942 enfermó gravemente y fue trasladado a Buenos Aires, donde murió el jueves 6 de agosto, con 86 años de edad. Sus restos descansan en el Cementerio de Lincoln, en el Panteón de la Sociedad Española de Socorros Mutuos.
El 11 de septiembre de 1999, durante los actos conmemorativos del 90º aniversario de la fundación de El Triunfo, se descubrió un monumento a su memoria en la Plaza “Remedios Escalada de San Martín”.
NOTAS NECROLOGICAS SOBRE EL FALLECIMIENTO DE DON MANUEL A. GARCIA
LA PRENSA, sábado 8 de agosto de 1942 (Sección Avisos Fúnebres. Página 13):
MANUEL A. GARCIA – q.e.p.d. – Falleció el 6 de agosto de 1942.- M. García Antas y familia, Arturo Domínguez y demás deudos participan su fallecimiento e invitan a sus relaciones a presenciar la inhumación de sus restos que tendrá lugar hoy a las 10:30 en el cementerio del Oeste. Casa Iribarne – Callao 416.
LA PRENSA, lunes 10 de agosto de 1942 (página 17)
Fallecimiento del Señor Manuel A. García Corresponsal De LA PRENSA en Pasteur
Pasteur, agosto 9- Ha fallecido en la Capital Federal, a la edad de 87 años, el señor Manuel A. García corresponsal titular de LA PRENSA en esta localidad y persona de larga y destacada actuación en la zona.
El señor García, que era oriundo de España, vino muy joven al país y, se dedicó al comercio. Al margen de su actuación comercial, contribuyó con su esfuerzo a muchas obras de progreso general y es así como figuraba entre los fundadores de este pueblo y de los de El Triunfo, Roberts y Martínez de Hoz. Fue también un decidido propulsor de la colonización agrícola y ganadera de la región.
Su fallecimiento ha repercutido dolorosamente en esta localidad donde residía permanentemente desde hace muchos años.
LA NACION, sábado 8 de agosto de 1942, (Sección PROVINCIAS – TERRITORIOS, página 3, 2ª columna)
Fallecimiento de D. Manuel A. García
LINCOLN, 7.- General pesar causó es esta localidad la noticia del fallecimiento de D. Manuel A. García, acaecido en la Capital Federal. El extinto se hallaba vinculado a los comienzos y al posterior desenvolvimiento de las actividades comerciales de la zona. En diversos pueblos de ella, como Martínez de Hoz, Pasteur, El Triunfo, Roberts, Santa Inés y Dussaud, había instalado negocios de ramos generales. De allí surgió un largo y constante contacto con los colonos que se dedicaban a las tareas de labranza y el transcurso del tiempo cimentó el prestigio que rodeaba a su personalidad, que ha hecho que, ya nonagenario, al producirse su deceso, ésta tuviera honda y penosa repercusión en estos lugares, de cuyos lejanos principios fue no sólo espectador sino activo gestor.
DON MANUEL SEGÚN ELECTO URQUIZO
Parte de las actividades comerciales y financieras de Manuel A. García, fueron relatadas por don Electo Urquizo en su libro “MEMORIAS de un POBRE DIABLO”:
“... les voy a presentar a un hombre modelo por sus virtudes, su honradez y su integridad...
Llegó al país en agosto de 1874. Al poco tiempo se colocó como cadete de almacén en el pueblo de Junín, en la casa de un comerciante de apellido Miravalles. Tenía 18 años y en 1877 fue habilitado.
Me contó él mismo que el primer año ahorró $ 1.200, el segundo 1.800 y el tercero 2.700, de modo que, cuando lo habilitaron, ya tenía un capitalito de $ 5.700. Sin embargo, los resultados no eran de su agrado y pensó en un cambio.
La administración de la casa era muy a la criolla: muchas carreras, tabiadas, trucos y tallar montes, farras con corderos o lechones al asador y bailes en el club. Los ranchos orilleros eran muy frecuentados por el patrón, el gerente y otros habilitados. A él lo hostilizaban por su poca afición a los juegos y farras.
Salió de la casa y se estableció en Lincoln con un pequeño almacén. Desde su llegada no había vuelto a Buenos Aires. Fue a solicitar crédito del Comercio Español. Conocía la antigua casa de Herrais y Saralegui porque uno de sus patrones había estado en Junín. Le abrieron crédito y lo presentaron a otras casas mayoristas...
Don Manuel captó la confianza de los comerciantes más respetables de esos tiempos: Juan Cruz de Olaso, Aldazábal y Cía, Carlos Zuberbulher y Cía, Olaso Ayarragaray y Cía, Artasa Landera y Cía, Blanco y Pico y Cía, Santa Marina Llirau y Cía, José Sugasti y Cía, Juan P. Echevarría y Cía, Villanueva Saralegui y Cía, Hueyo y Villar y otras casas españolas existentes entre 1875/1885. A todas las recordamos con cariño. Debemos gratitud al comercio mayorista que nos confió, protegió y aconsejó...
En 1885 la casa de don Manuel A. García de Lincoln, denominada “El Sol de Mayo”, contaba con crédito ilimitado. El joven gallego era un modelo de comerciante: juicioso, económico y sin vicios. Siempre con su cara risueña para ricos y pobres. Vivía para sus negocios. Poco afecto a la lectura de libros, leía el diario “La Nación”.
Era servicial. Jamás se negó a asociarse a las entidades que se creaban en Lincoln con diferentes objetivos. Pagaba su ingreso y sus mensualidades sin atrasarse y sin discutir, ni averiguaba en qué se iba a invertir.
Invitaba a su casa a los clientes que venían de la campaña. Su comedor era un salón como de hotel, con buena comida y abundantes vinos generales.
En 1892 abrió sus oficinas en Buenos Aires. Su casa de Lincoln era un coloso. En 1894 alquiló el molino de Charpín y empezó a ser el proveedor de harinas en una amplia zona que llegaba hasta Rufino. En 1896 le vendí mi antigua casa de General Pinto, ocasión que aprovechamos para una charla sobre nuestras vidas.
Esa noche me dijo: “Estoy muy agradecido a esta tierra de verdadera promición. Desde 1874 hasta el 30 de marzo de este año (1896) he ganado mi capitalito de 560 mil pesos, o sea, a razón de 1.000 mensuales. ¿Qué más le puedo pedir a Dios?.
- ¿Por qué no se separa un poco de sus negocios, se echa a la “bartola” o se va a España, se casa y forma su hogar, instalándose en Madrid o Barcelona? - le dije.
- Eso es lo que pienso hacer cuando tenga un millón de pesos, - me contestó -.
- Usted es tan rico con medio millón como con uno – le repliqué -, tiene un carácter modesto y humilde. No es arrogante ni aficionado al lujo. Vive lejos del trajín mundano. No participa de sus farsas.
- Soy joven todavía –me dijo-. Tengo cuarenta años. Al paso que vamos, me bastarán cinco años más para tener esa cifra o estaré muy cerca.
... Continúo esta narración: Don Manuel tuvo en Buenos Aires su gran escritorio para compras y ventas de frutos del país, y cobrar los giros de sus casas de Lincoln, General Pinto, Colonia Seré y Carlos Tejedor. En 1904 había superado la cifra a la que había aspirado. Pero, según decía, no podía desprenderse aún de sus negocios. Tenía seis casas de comercio importantes y su escritorio en Buenos Aires era un banco para cobrar y pagar. “El Sol de Mayo” daba las mayores facilidades a los agricultores y estancieros y era el que más confianza inspiraba para venderle los frutos del país, depositar ahorros o mandar giros a la capital o al exterior. A treinta años de su llegada al país, Don Manuel era uno de los comerciantes más fuertes de la provincia de Buenos Aires.
En 1906 arrendó a Juan y José Drisdale veinte mil hectáreas de campo entre Villegas, Pico y Rivadavia. Fundó una colonia agrícola, con más de cien colonos. Los habilitó, les hizo casas, les dio bueyes y herramientas, semillas y dinero para calzar y vestirse durante un año.
En 1908 nos encontramos en el tren, y hablando de todo un poco, le dije:
· Don Manuel, usted ha perdido los estribos y la angurria le va a romper el saco.
· Paciencia –me dijo-. Pero yo quiero ahora conseguir dos millones y los conseguiré, pues nunca he estado más próspero ni con más coraje para trabajar.
Desde 1902 a 1914, fue un protector de sus dependientes y habilitados. Fomentó la agricultura ayudando a los hombres trabajadores. “A los haraganes nunca los ayudaré –decía-, no les apañaré sus vicios”. Y con todos sus negocios, no tuvo un sólo pleito. No anduvo a tirones por intereses ni con los socios, ni con los colonos. Era leal y correcto en sus contratos. Hasta 1910 le soplaron vientos favorables. En adelante la Diosa Fortuna empezó a levantar sus alas protectoras. Ese año compró los trigos de sus colonos a precios elevados y luego se produjo una baja de los precios internacionales, causándole una gran pérdida.
En 1911 la cosecha fue nula a causa de una gran sequía. Los años 1912, 13 y 14 fueron desastrosos por el exceso de lluvias. En cuatro años de malas cosechas don Manuel perdió todo. Entregó sus bienes a los acreedores y se quedó sin más capital que su honradez.
Durante ocho años no durmió en su cama. Vivió en el tren. Llegaba a Buenos Aires a las siete de la mañana y a la tarde volvía para sus negocios y sus colonias. En viaje desde Pasteur hasta Lincoln recibía cientos de muestras de trigo de sus colonias y clientes, que negociaba al llegar a Buenos Aires.
Fue el record de un comerciante activo. Héroe del trabajo y a su vez víctima de su angurria. Pero estos patricios son los que han promovido el comercio y la agricultura y con sus impuestos han pagado las instituciones de nuestro país.
Don Manuel fue uno de ellos. Cerremos los ojos ante sus errores, tomando en cuenta sus trabajos y sacrificios en bien del país.
Hoy está arruinado, sin dinero y muy marchito por el infortunio y la lucha por el pan de cada día. Mantiene su cara sonriente y sus modales modestos. No se queja de las vueltas de la fortuna. “A 45 años de mi llegada me encuentro igual que al principio, después de tanta lucha. Pero no me quejo. El país ha sido pródigo conmigo. He construido mis grandezas y he manejado la palanca para destruirlas”
Usted ha sido un filósofo –me decía- Se conformó con lo necesario para vivir cómodamente y en relativa abundancia. Yo mordí el freno y perdí los estribos. Sólo una cosa me atribula en mi actual situación: la poca gratitud de los hombres. Aquellos a los que más he protegido son los más desagradecidos. Después de cuarenta años he venido a conocer a los hombres. Tuve dependientes, habilitados y socios que, ahora me doy cuenta, han ocultado su hipocresía y falsedad...
Al despedirme le dije: Adiós, viejo amigo. Saavedra 335 es su casa”
LINCOLN Y DON MANUEL, POR EL ESCRIBANO JOSE ENRIQUE RODRÍGUEZ:
La siguiente nota sobre don Manuel A. García, fue escrita por el escribano José Enrique Rodriguez, y publicada en el número 411 de la revista “Hogar Linqueño” del 29 de febrero de 1964.
Acompaña al artículo una fotografía del tamaño de media carilla donde se puede ver a Don Manuel junto a veintitrés colaboradores, debajo de la cual se lee el siguiente texto:
“No es norma de la revista editar publicaciones que extralimiten un ordenamiento que data desde su fundación. Pero hoy debemos hacer una excepción por carecer de la foto original y poseer sólo un grabado de aquella época que rebasa las medidas normales. Es una circunstancia que está ligada intimamednte a los primeros años de nuestro terruño. 1900: se inicia el Siglo XX y Don Manuel García se reúne con su plana mayor. Jefes de sección, encargados, y gerentes de EL SOL DE MAYO. Entre ellos: Soler, Manuel Trabazzo, Camilo Fraguas, Ibañez, Ogando, Arturo Domínguez... Una época de oro, de esfuerzos forjadores de la actual grandeza linqueña ...
Dado que la labor desarrollada por Don Manuel García en pro del avance cultural y material de Lincoln y su zona de influencia, ha sido de real significación, creímos conveniente solicitar la colaboración de quien ha profundizado sobre el particular. El Escribano José Enrique Rodríguez, ilustra en la presente nota con acopio de datos, la vida de quien tuviera tanta vinculación con el terruño.
“La proximidad del Centenario es propicia para que los linqueños hagan un análisis del esfuerzo de quienes lo impulsaron de la nada, para comprender que pocos podrán igualar a don Manuel A. García.
Lincoln aldea lo recibió en 1882. Al recién llegado le bastaron nueve años de residencia en el país para transformarse de pobre inmigrante en empresario audaz.
Llegó a Lincoln y fundó “El Sol de Mayo”, dando origen a una cadena de negocios –10 sucursales- alrededor de los cuales giró la actividad comercial durante los últimos años del pasado siglo y primeros del corriente, a tal punto que su persona concitó el interés de los más altos círculos financieros del país y del exterior.
Para posibilitar una mejor comprensión de la magnitud de su empresa consigno algunas cifras que por sí solas la revelan. En la cosecha 1910/11 en campos de su propiedad o por él colonizados fueron sembradas 79.484 Has. excediendo las 100.000 si se agrega el área cubierta con maiz, no incluída en la estadística....
Recientemente la prensa dedicó extensas notas a un acontecimiento singular: la radicación de alrededor de setenta familias argelinas en un campo de la provincia de Entre Ríos. El acontecimiento merecía ser destacado; en su concreción intervino directamente el gobierno francés que financió y seguirá financiando por un tiempo prolongado los gastos que el esfuerzo demande. Manuel A. García radicó en una sola de sus colonias CIENTO TREINTA Y SIETE FAMILIAS. “El Sol de Mayo” proveía alimentos, vestidos, arados, chapas, postes, molinos, alambre, caballadas, semillas. Trenes especiales llegaban casi a diario con equipos, materiales y mercaderías. La actividad era febril las 24 horas de días hábiles y feriados, hasta que don Manuel instituyó el descanso dominical.
El primer diputado socialista en América, Dr. Alfredo Palacios, presentaría en 1904, un proyecto de ley imponiéndolo en el país. Sus empleados y obreros –setenta y cinco en la casa central sin contar albañiles, carpinteros, herreros y otros colaboradores – reconocerían la medida con una plaqueta que le obsequiaron, la que conservó como preciado tesoro, como guardó también, cuidadosamente, el álbum con la firma de los vecinos de Lincoln, que le entregaron al celebrarse el 25° Aniversario de “El Sol de Mayo”, en el almuerzo servido en el Hotel de don Domingo Bracchi reconociendo su acción en el progreso agrícola y comercial de nuestro partido...
... A los años de apogeo siguieron los difíciles. La empresa era demasiado grande y se le iba de las manos. Antes se habían ido también muchos de sus colaboradores más inmediatos, pero existía todavía fe en el porvenir y estudió el traslado al nuevo edificio levantado en los dos solares colindantes a la casa (actual local ocupado por la Agencia Ford), el que finalmente sólo sirvió para almacenaje de mercaderías y cereales. En 1913, M. A. García Limitada entró en liquidación; al año siguiente don Manuel se radicó en la Capital Federal, viajando espaciadamente. Ya no recorría sus colonias, “El Sol de Mayo” se extinguía, y al mismo tiempo, en casi todos los pueblos del partido y alrededores, nacían vigorosas casas de comercio dirigidas por hombres formados al lado de aquel inmigrante visionario.
Sus bienes pasaron a los acreedores. Conservó algunos terrenos de escaso valor en Pasteur, el pueblo de sus amores, y allá fue a pasar los últimos años de su vida. Quedaron atrás sus yerros, que cometió en mayor o menor cantidad que otros hombres. Quedó atrás también su obra, que nadie podrá destruir. Todo un barrio en los alrededores de El Sol de Mayo: de ahí Lincoln comenzó a extenderse con pretensiones de ciudad.
Quedó atrás su esfuerzo por radicar una sucursal del Banco de la Nación, que consiguió en 1897; su lucha con los empresarios del riel por conseguir el tendido del ramal Los Toldos – Ing. Luiggi, que también logró, sus desvelos por constituir en Lincoln un banco agrícola, primer intento en el país; la concreción del Banco Popular, que luego - con gran beneficio para sus accionistas - pasó al Banco Español del Río de la Plata Ltdo.; la sociedad anónima La Industrial de Lincoln Ltda. constituída el 25 de marzo de 1911 en su domicilio y de la que fuera primer presidente, que explotó sin fortuna el molino harinero que perteneciera a doña Juana Charpín, arrastrada en la caída de “El Sol de Mayo” cuando se aprestaba a erigir un frigorífico para la industria lechera.
La Biblioteca Domingo F. Sarmiento, llamada Pestalozzi cuando Manuel A. García, Cruz M. Sein (en ese entonces –1889- miembros del Consejo Escolar) Domingo González Criado y otros vecinos con inquietudes, decidieron fundarla.
Quedan sus pueblos, El Triunfo, Martínez de Hoz, Pasteur.
... Quedaron atrás largas jornadas de trabajo inspeccionando sus colonias y casas de negocio, viajando por huellas intransitables en coche de a caballos. Había pocos automóviles pero no había caminos, tampoco teléfonos para agilizar las operaciones (en los últimos años instaló este servicio).
Quedaron atrás también sus amigos. Como Juárez Celman habrá podido decir: “en la adversidad de cien amigos apenas se hace uno” y allí, en Pasteur algunos hizo, que lo cuidaron y atendieron como a uno de los suyos, entre ellos los Sres. Alaiz y Gagliardi, propietarios de La Piamontesa y don José Melendi y su familia.
Ni el incontrolado desgaste de sus energías, ni la adversidad hicieron mella en su espíritu; una carta dirigida a una entidad local que en 1937 trataba de obtener para él una pensión municipal vitalicia muestra su temple acerado; decía entre otras cosas “...no estoy arrepentido de lo que he hecho a pesar de las dificultades que se interponen y de las ingratitudes que se recogen, si mi edad lo permitiera seguiría siempre con mi sistema de hacer todo el bien posible sin interés por ninguna recompensa que no sea la satisfacción del deber cumplido...”
Con casi 90 años sobre sus espaldas viajó solo a internarse en el Hospital Español de la Capital Federal, para no sobrevivir a la dolencia que lo aquejaba. Un grupo de amigos encabezados por don Santiago Beverinotti posibilitó el traslado de sus restos para que descansen en el Panteón local de la Sociedad Española, la entidad más vieja de Lincoln, nacida hace ochenta años merced a su inspiración.”
2 comentarios:
Y0 soy nieto de MANUELA GARCIA MEIJON, que era hermana de MANUEL A. GARCIA MEIJON.
Tengo, actualmente, 93 años.
Pienso que el nombre de ese hermano de mi abuela, era MANUEL ANTONIO GARCIA MEIJON y, en esta información le llaman ANTONIO ANTAS GARCÍA MEIJON.
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