El Triunfo: Un pueblo con historia

Fundado el 09-09-1909

__________________
Material difundido en el Año del Centenario
Por LRM300 - FM El Triunfo - 101.5 Mhz


En "NUESTRA HISTORIA, una mirada al pasado triunfense"


Programa conducido por Carlos María Dusio

-

Coronel Juan Fernando Czetz (1822-1904)



“Nació en el pueblo de Gidofalva, Hungría, el 8 de junio de 1822, hijo de un oficial de húsares. Después de cursar el Colegio Militar de primeras letras de Kezdy Wásárhely, ingresó en la Academia Militar de Viener – Neustad, para incorporarse en 1842 al ejército austríaco, en calidad de teniente primero. Producida la revolución de 1848, Czetz se alistó en las filas patriotas que mandaba Kossouth, siendo uno de sus más entusiastas colaboradores, y en 1849 ocupaba el cargo de comandante general de Transilvania.

Pero la traición condujo a la catástrofe de Vilagos, y Czetz se vio obligado a emigrar a Alemania, de donde pasó a Inglaterra, no sin haber publicado antes una gramática de la lengua militar húngara para los oficiales alemanes y sus memorias de la campaña de Bem. En Inglaterra permaneció siete años y en diciembre de 1857, aceptó una propuesta de unas damas inglesas para acompañarlas a España, llegando para Navidad a Barcelona. Después se trasladó a Sevilla, donde conoció a la familia del general argentino don Prudencio Ortiz de Rozas, que se hallaba radicado en aquella ciudad desde hacía un lustro. Czetz se enamoró de una de sus hijas llamada Basilia, que más tarde sería su esposa.

De Sevilla, Czetz y sus acompañantes pasaron a Granada, Málaga, Cádiz, Lisboa, Oporto, Vigo y de aquí a Southampton. En esta ciudad se entrevistó con don Juan Manuel de Rosas, para quien llevaba una carta de presentación de su sobrina. Después de estar un tiempo en Inglaterra, en noviembre de 1858 viajó a Francia, de donde pasó posteriormente a España. El 12 de marzo de 1859 se celebró en Sevilla su enlace con doña Basilia Ortiz de Rozas, en la iglesia de San Vicente.

Antes de desposarse, Czetz había convenido con su prometida que partiría para la guerra que iba a hacer Napoleón III contra Austria a favor de Italia, en la que debía intervenir un cuerpo del ejército húngaro de 30.000 hombres bajo el comando del general Klapka. Este avisó a Czetz a mediados de abril de 1859, que lo esperaba en Génova para organizar y mandar la primera división del cuerpo de ejército, la que sería constituida por los emigrados húngaros y los pasados del ejército austríaco. Czetz se trasladó a Marsella, donde se embarcó con el primer cuerpo del ejército francés, con el cual llegó a Génova. Las batallas de Solferino y San Martino aceleraron el fin de la guerra, y la paz de Villafranca echó completamente por tierra las esperanzas de Czetz, Kossuth, Klapka y otros patriotas húngaros.

Este fracaso convenció a Czetz que no había nada que esperar de los gobiernos extranjeros y resolvió partir hacia Sud América, para labrarse una posición a su propia costa. El 15 de julio de 1859 se despidió de sus compañeros de lucha Kossuth, Klapka, Turr, Teleky, etc., y partió para Sevilla, de donde pasó con su esposa y su cuñada Manuela de Rosas, a Lisboa. El 18 de diciembre de 1859 nació allí su primer hijo. En mayo de 1860 se embarcaron en el “Royal Mail Inglés” y en junio llegaron con su esposa e hijito a Buenos Aires.

En octubre de 1861, rindió examen en Buenos Aires para recibir el título de agrimensor, siendo designado por el gobernador general Mitre, en 1862, para medir grandes extensiones de campo en el Azul. En 1864, una grave enfermedad lo condujo al borde del sepulcro, de la que zafó con felicidad, debiendo suspender sus trabajos de agrimensura. Por influencia del entonces mayor don Lucio V. Mansilla, el Presidente Mitre, dio de alta a Czetz en el ejército, como jefe de la sección de ingenieros. Empezó a trazar el mapa de la República, en la parte que limita con el Paraguay y el Brasil y estando en esa tarea estalló la guerra de la Triple Alianza. El general Mitre dio a Czetz el grado de coronel el 20 de junio de 1865, junto con la misión de organizar el cuerpo de zapadores, el que fue constituido con un grupo de jóvenes preparados en ingeniería, que sirvieron de oficiales y su segundo fue el mayor Alejandro Díaz, que marchó con los zapadores a incorporarse al cuerpo de ejército al que pertenecían, quedando él en Buenos Aires a causa de una recaída de su enfermedad. Terminó el mapa que había iniciado y pasando a la plana mayor disponible, aprovechó esta situación para trasladarse al Partido de Rojas a efectuar unas mediciones de campos, para allegarse recursos. Más adelante estudió la construcción del ferrocarril desde Santa Fe a Esperanza, trabajo que terminó en 1867.

Cuando Sarmiento asumió la presidencia, el mismo general Gainza, encomendó a Czetz, en octubre de 1869, el ensanche de las fronteras sur de Córdoba y Santa Fe y oeste de Buenos Aires. Hizo construir el fortín Sarmiento por la tropa del batallón 12 de línea, al lado sur del Río V, desde donde siguió con 6 baqueanos y un destacamento del precitado batallón hacia los Cerrillos del Plata. Prosiguió su camino por la pampa, al costado norte de la laguna La Amarga, en dirección recta al fortín Acha, extremo oeste de la línea de Buenos Aires. Señaló los puntos por los cuales debían trazarse los límites fronterizos y terminada su comisión regresó a Buenos Aires para dar cuenta de la misma. El ministro Velez Sarsfield le ofreció el puesto de director del ferrocarril Central Norte, pero él ya se había comprometido con el general Martín de Gainza para organizar el Colegio Militar. En junio de 1870 cumplió este acto trascendental para nuestra institución armada, consagrándose con dedicación ejemplar a esta ardua tarea, al extremo que dice en sus Memorias, que en los cuatro años que permaneció al frente de aquel Instituto, sólo fue una vez al teatro. Czetz dirigió el Colegio hasta mayo de 1874, secundado hábilmente en su obra por el mayor Lucas de Pesloman, oficial distinguido de la escuela francesa de caballería establecida en Saumur. El 14 de aquel mes y año, entregó la dirección del Colegio a su sucesor.

En 1875 fue designado Presidente del Departamento Topográfico en la Provincia de Entre Ríos, cargo que desempeñó hasta 1883, confeccionándose bajo su dirección personal los primeros planos catastrales de los departamentos de la misma, trabajo que fue el primero ejecutado en la República, imitándolo después las demás provincias. Simultáneamente fue profesor de matemáticas en la Escuela Normal de Profesores de Concepción del Uruguay, y desde 1875 formó parte todos los años en las comisiones examinadoras del Colegio Nacional de aquella ciudad. En 1884 hizo lo propio en el Colegio Militar, así como también en la Comisión Revisadora y Proyectora de nuevos planes de enseñanza para aquel Instituto. En noviembre de 1884 fue por corto tiempo, profesor de Topografía y Dibujo Topográfico en la Escuela Naval.

Aquel año fue destinado a la jefatura de la cuarta Sección del Estado Mayor, puesto en el que permaneció hasta su retiro militar, en diciembre de 1895, pero hecho efectivo en los comienzos del año siguiente. Aquella Sección era la correspondiente a Ingenieros, de cuya arma le fue reconocida la efectividad de Coronel el 15 de enero de 1891.

En 1893 propuso al Superior Gobierno el estudio de la Cordillera de los Andes a ejecutarse por los oficiales de la Cuarta Sección del E.M.G. Aprobado su plan, el Gobierno destinó 30.000 pesos para la ejecución de la obra, siendo encargados de efectuarla los siguientes oficiales: Juan Serrato, Martín Rodríguez, Arturo Lugones, Reymundo Baigorria, Desiderio Torino, S. Domínguez, Ricardo Pereyra y el ingeniero Julio Lederer, los que presentaron el mismo año el trabajo terminado.

En 1885 publicó “Ensayos de Geografía Militar de la República Argentina”, que sirvió de texto en el Colegio Militar y escuela de Cabos y Sargentos, escribió un Tratado de Fortificación Permanente y Pasajera y preparó una traducción de la táctica alemana de la tres armas.

El coronel Czetz falleció en Buenos Aires el 6 de septiembre de 1904.”

Referencia: “BIOGRAFIAS ARGENTINAS y SUDAMERICANAS”, (Pág. 166/118) _Jacinto R. Yaben.

No hay comentarios: