El Triunfo: Un pueblo con historia

Fundado el 09-09-1909

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Material difundido en el Año del Centenario
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En "NUESTRA HISTORIA, una mirada al pasado triunfense"


Programa conducido por Carlos María Dusio

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Abriendo los primeros surcos


Los chacareros que poblaban los campos cercanos a El Triunfo a principios del siglo XX querían afincarse definitivamente. Don Hilario Rossetti, que había comprado su campo de 168 hectáreas al señor Manuel Salustiano Aguirre el 3 de mayo de 1906, solicitó de inmediato a la Municipalidad de Lincoln, el permiso para alambrar su parcela, el que le fue concedido por el Intendente don Arturo Massey.

La llegada del tren, el 9 de septiembre de 1909, fue suficiente para que empezara a multiplicarse el rancherío en torno a lo que fuera un Fuerte de frontera.

Don LUIS BIAGIONI

Don Luis Biagioni fue uno de los pioneros que tenía su campo próximo al paraje “LA REINA”, y es muy recordada su intervención cuando se estudiaba la traza de las calles de El Triunfo.

El conocido historiador de Lincoln, don Angel Lombardo, publicó una nota titulada “Simples anécdotas dignas de mención”:

“La gran cantidad de inmigrantes generosamente recibidos por nuestro país, fue parte importante de su desarrollo. Muchos de ellos, especialmente de origen español, se dedicaron al comercio y al establecimiento de colonias agrícolas.

El Partido de Lincoln sintió fuertemente esa influencia, y recibió en su seno, entre muchos otros, a don Manuel Antas García, que fue colonizador y fundador de varios de los pueblos de nuestro Distrito.

A una de esas colonias, ubicada en un extenso campo en las inmediaciones de la hoy estación Arenaza, llegaron procedentes de una pequeña aldea del norte de Italia don Luis Biagioni y su familia. Permanecieron en ella varios años, hasta reunir el dinero suficiente para comprar su propia tierra.

Adquirieron un campo de 500 hectáreas, ubicado en “La Reina”, en las proximidades de la Estación El Triunfo. La falta de alambrados y límites precisos, obligaron a don Luis y al vendedor, a medirlo con las ruedas de un sulky, lo que realizaron con llamativa exactitud.

Tiempo después, don Luis Biagioni sería protagonista de una anécdota del pasado triunfense que familiares y amigos siempre recuerdan: cuando un agrimensor estudiaba la división del predio donde se asentaría la Planta Urbana de El Triunfo, don Luis se mostró interesado en su trabajo, y le consultó si preveía para todas las calles el mismo ancho, recibiendo una respuesta afirmativa. Entonces se permitió expresarle que en su opinión la calle principal debería tener un ancho mayor, ya que era de suponer que en ella se instalarían los principales comercios, lo que motivaría la llegada de carros con caballos que iban a necesitar mayor espacio para movilizarse.

El profesional atendió la opinión de Biagioni y El Triunfo tiene desde entonces una amplia y hermosa avenida.

Nota:

En oportunidad de celebrarse el 90º aniversario de la fundación de El Triunfo, se descubrió una placa en la Avenida General San Martín, que dice:

“LUIS BIAGIONI, Colonizador. Ideó esta avenida para facilitar el paso de chatas transportando la producción agropecuaria. El Triunfo, en el 90º aniversario, 9 de septiembre de 1999”.
Don Luis Biagioni falleció en la ciudad de Lincoln el 10 de marzo de 1940 a la edad de ochenta años.


Don ZENON RIOS
Así recordaba don Arturo Ríos a su padre:

“Mi padre, don ZENON RIOS, nació en Carmen de Areco el 12 de abril de 1859. Llegó muy joven a la zona de El Triunfo y se casó en Lincoln el 7 de marzo de 1890 con mi madre, doña Isabel Brandemann, que por entonces tenía 19 años, había nacido en Uruguay y era descendiente de alemanes.

Recién casados, se instalaron en un campo próximo a El Triunfo, que en el año 1917 fue vendido a los hermanos Dusio. En el mismo nacieron sus diez hijos: Zenón, Segundo, Isabel, Florindo, Domingo, Juana, Sebastiana, Rosa, León y quien esto escribe: Arturo.

En aquel tiempo el médico más cercano estaba en Lincoln, aunque muchos preferían atenderse con Doña Filomena, conocida curandera.

Trabajó incansablemente junto a mi madre y fue escalando posiciones en una de las estancias de las cercanías. Fue un hombre de campo, muy emprendedor y lleno de inquietudes, que se convirtió en un pionero de la agricultura.

Alrededor de 1910 decidió independizarse y así se lo hizo saber a su patrón, quien en reconocimiento a su dedicación y buen comportamiento, le ofreció a su elección 100 hectáreas de tierra o 100 vacunos y yeguarizos. Mi padre aceptó los animales y arrendó en otro lugar 500 hectáreas para pastoreo y agricultura.

Superó muchos años difíciles y asumió el riesgo de ir comprando los implementos necesarios para los laboreos, desde el arado hasta la trilladora, que separaba la paja del trigo, y la desgranadora, que hacía lo propio con el marlo y el grano de maíz, invirtiendo una suma de dinero muy importante.

Mientras sus sueños se iban hacíando realidad, y ya ayudado por los hijos mayores, arrendó campos para siembras, contagiando su entusiasmo a otros vecinos, que siguiendo sus pasos, fueron multiplicando la producción, a tal punto que los señores Poggio y Gentile adquirieron sendas máquinas trilladoras para hacerlas trabajar a destajo.

Así su vida fue acompañando el progreso que se insinuaba en El Triunfo, donde fueron apareciendo los almacenes “LA PAZ”, “EL SOL DE MAYO”, la panadería de don Miguel Nogueira, la CASA DOMINGUEZ, etc.

Durante el año 1917 construyó la casa que habitaría por el resto de su vida.

El avance de la tecnología, que alrededor de 1930 trajo modernas máquinas de corte y trilla, convirtió sus tantos años de esfuerzos y sacrificios en hierros viejos y chatarra. No obstante, supo comprender que el progreso abría nuevos horizontes y mejores posibilidades para las futuras generaciones.

Mi madre falleció el 22 de enero de 1928, a los 58 años de edad, y mi padre el 26 de noviembre de 1937. Me tocó la suerte de compartir con ellos los últimos años de sus vidas.

El paso del tiempo no debe hacer olvidar sus virtudes, por lo que no sin orgullo, he querido dedicarle este merecido homenaje para que quede siempre vivo en el recuerdo de quienes lo conocieron y sirva de ejemplo a quienes ahora lo descubran.”
Arturo T. Ríos

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