Desde 1870 el presidente Sarmiento tenía en su poder un proyecto de colonización de Emigrant and Colonits Aid Corporation Limited, que le había sido enviado desde Londres.
La “Empresa Colonizadora de La Pampa”, de origen nacional, decidió competir con el mismo. Estaba formada por Guillermo Bertram y Féliz M. Brizuela, propietarios de tierras en el partido de Lincoln. Finalmente y en el campo de propiedad de Agustín Martínez y de Guillermo Bertrand (actualmente Estancias “Las Acacias” y “Maribel”), fundaron el 20 de marzo de 1871 la “Colonia Concordia”, muy cerca del Fortín Vigilancia y a escasos 5 km de El Triunfo.
La misma estuvo compuesta por 120 colonos (80 italianos lombardos, 34 argentinos -riojanos y porteños- y otros). En octubre del mismo año, la Empresa Colonizadora terminó de construir el edificio de la escuela.
Contó con los servicios religiosos del reverendo padre Pablo Emilio Savino, que oficiaba su prédica autorizado por el arzobispado de Buenos Aires y daba sus misas en una construcción de madera de 10 x 7 metros.
La Colonia fue el primer asentamiento estable de la zona. Tuvo la primera capilla, el primer cura, la primera escuela y el primer maestro del Partido de Lincoln (José Bruschetti, designado por el Consejo General de Educación el 01/12/1875).
La seguridad con la que se vivía en la zona y el interés de los comerciantes españoles, presionaban al gobierno para obligar al cumplimiento del compromiso de compra por parte de los colonos. Al no poder hacerlo, el Poder Ejecutivo comenzó con los juicios y en 1877/80 la Colonia comenzó a desintegrarse.
En 1879, la precaria capilla fue donada por el arzobispo al pueblo de Lincoln.
El padre Salvaire fue el “constructor” de la monumental Basílica de Luján, fruto de una promesa que hizo en un momento de peligro entre los indios. Pertenecía a la comunidad de los Padres Lazaristas, encargados de ese templo desde el 28 de enero de 1872, al igual que el mencionado PADRE SAVINO.
Recientemente (1998), la Editorial Paulinas publicó un libro de Juan Guillermo Durán, llamado “El Padre José María Salvaire y la familia Lazos de Villa Nueva”. Un episodio de cautivos en Leubucó y Salinas Grandes, en los orígenes de la Basílica de Luján. (1866-1875). De su lectura y los hechos ocurridos en la zona, se desprenden las siguientes conclusiones:
· Cuando, de alguna manera, concluyó el avance de las corrientes colonizadoras y quedó ese bolsón de territorio indígena separado por la FRONTERA, los misioneros, que acompañaban a los colonizadores, también se detuvieron.
· Hicieron incursiones esporádicas en ese territorio, ya sea como capellanes militares o en excursiones para el rescate de cautivos cristianos.
· En general la acción se limitó a establecerse en poblaciones cristianas limítrofes o entre los indios “mansos” (Catriel en Azul o Coliqueo en Los Toldos) y desde allí iniciar alguna acción, siempre acompañando los avances poblaciones, pero sin impulsarlos.
· La frontera oeste fue la más desprotegida desde el punto de vista de la asistencia religiosa. El Padre Savino se estableció en 1870 en la Tapera de Díaz (entre los indios de Coliqueo) y desde allí incursionó en la Colonia Concordia.
· En la zona de Lincoln no quedaron resabios de indígenas (salvo Los Toldos, de los que se ocupan los Padres Benedictinos). La atención espiritual estuvo dirigida a los nuevos pobladores, de diversas procedencias inmigratorias, en su mayoría católicos.
En el libro que se menciona hay citas de varias publicaciones del Padre Meinrado Hux, de Los Toldos.
Se transcriben párrafos textuales, recordando que por entonces esta zona pertenecía al Partido de BRAGADO, ya que si bien el de Lincoln fue creado en 1865, hasta muchos años después no tomó posesión activa de su jurisdicción ni contó con población ni autoridades.
Páginas 48/49:
“Pero existe otra faceta de su vida que el ejercicio y difusión del “ministerio lujanense”, por su mismo peso y trascendencia, dejó prácticamente en la penumbra: el de misionero entre los indios “pampas”, afincados en las cercanías de las actuales ciudades de Azul y Bragado, experiencia esta que, si bien breve en cuanto a su duración, (dos años: 1874-1876), fue intensa, abnegada y de profunda significación para la obra evangelizadora de la época, que ofrecía al Gobierno Nacional la alternativa de integrar a los indígenas a la “vida civilizada” por la vía del sistema pacífico de misiones o reducciones (capilla, escuela, trabajo organizado), con el fin de evitar la instrumentación de una simple “política ofensiva”, que pretendiera alcanzar el sometimiento de las tribus mediante el recurso de campañas militares de persecución y toma de prisioneros.”
Página 456:
“Se destaca la acción de León Federico Aneiros, Arzobispo de Buenos Aires (1873-1894) y su acción por el cumplimiento de cuatro prioridades pastorales: la fundación de curatos, la práctica de la vida canónica y la predicación de misiones en las parroquias de la campaña, la propagación del periodismo católico y la promoción de la evangelización de los indígenas de Buenos Aires y de la vasta región patagónica, tarea esta última posible gracias a la colaboración, primero, de los padres lazaristas (Meister, Salvaire, Savino) y luego de los salesianos (Fagnano, Milanesio, Cagliero)”.
Página 484:
“La Sociedad de San José debe su creación a la iniciativa de un grupo de damas porteñas apoyadas por monseñor Leon Federico Aneiros en su inquietud de promover la solidaridad social. La institución quedó constituida el 19 de junio de 1874...
...desde sus comienzos, apoyaron económicamente el desarrollo de la actividad misionera con los indígenas llevada a cabo por los lazaristas Jorge M. Salvaire (Bragado-Azul), Pablo Emilio Savino (Tapera de Díaz-Carmen de Patagones), y José Birot (Isla Martín García) y luego la obra salesiana en la Patagonia...”
Página 392:
“Estos misioneros lazaristas eran hombres muy preparados y muy movedizos. A Savino tan pronto lo encontramos en Carmen de Patagones, en la Tapera de Díaz (Los Toldos), en la Colonia Concordia o de catedrático en el Colegio de los Lazaristas de Bs.As.”
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