El partido de Lincoln, creado en 1865, ocupó la región situada inmediatamente al exterior del río Salado, que enmarcaban por el Norte las grandes lagunas de Gómez, Mar Chiquita y del Chañar.
Mapas o cartas de la primera mitad del siglo XIX, registran esa región y sus accidentes topográficos más importantes como médanos, cañadones y lagunas, y aún las rastrilladas que la atravesaban. Esa toponimia fue enriqueciéndose a medida que aumentaba la penetración de pobladores blancos.
Ya en la séptima década del siglo los primeros expedientes de mensura revelan la existencia y situación de parajes tales como:
· El Cañadón de Bayanca y la Pampa de Bayanca o de Bayauca, lugar de aguadas permanentes al que convergían rastrilladas del desierto y en cuyas proximidades se levanta actualmente el pueblo de ese nombre.
· De “Ancaló”, nombre araucano que significaría médano bien afirmado, paradero indígena en el que en 1869 habría de levantarse el Fuerte General Lavalle y delinearse más tarde el pueblo de General Pinto.
· De “Vacaloncó o Cabeza de Vaca”, situado al Sudoeste de la laguna del Chañar, que fue utilizado por los indios en sus incursiones sobre la frontera Norte y en donde –sorprende comprobarlo- ya en 1845 existía un fortín.
· Del “Médano de Acha”, a corta distancia del actual pueblo de Vedia y en la laguna y médano de la Mula Colorada Coló-Mulá, al Sur de la Mar Chiquita, parajes estos dos últimos en los que en 1864 habrían de erigirse sendos fortines.
· De “Chiquiló o Chiquilofo”, al oeste de la laguna de Gómez, donde también en 1864 se establecería un fortín.
· De la “Laguna del Renegado”, al Noroeste del actual ejido de Lincoln y de la laguna del Gaucho en su ángulo occidental.
· “Del Médano del Mate”, Cañada de Arín y Laguna del Tigre, en el borde Sudoeste del mismo ejido.
· De los Médanos de Hulliló, y de Rellisó, donde en 1869 se erigieron el Fuerte de El Triunfo y el fortín Vigilancia.
· Otros lugares cuyos nombres en algunos casos han desaparecido y en otros quedaron incorporados definitivamente a la toponimia de la región.
Referencias: "Historia del Pueblo y del Partido de Lincoln en el Siglo XIX" (Pag. 5 y 7) - Andrés R. Allende
ASENTAMIENTO DEL FUERTE
Corría el mes de febrero de 1869. Buenos Aires, alejada de la lucha que se desarrollaba en las fronteras, se aprestaba a realizar el primer corso porteño.
El ministro de Guerra y Marina Coronel Martín de Gainza aprobó en general el proyecto de nueva frontera preparado por el Coronel de Ingenieros Juan F. Czetz y le ordenó presentar un plano de la misma, acompañado de un informe detallado, que el coronel elevó el 19 de agosto de 1869, comprendiendo la totalidad de las fronteras sobre la pampa, desde Mendoza a Bahía Blanca.
En octubre del mismo año, dispuesto ya el avance de la línea, Czetz fue comisionado para colocar las divisiones de las fronteras Norte, Centro, Sur y Costa Sur de Buenos Aires en sus respectivas posiciones, para ligarlas entre sí y sumarlas a las del sur de Córdoba y Santa Fe.
Czetz se trasladó a la Frontera Norte de Buenos Aires, cuyas fuerzas, comandadas por el Coronel Martiniano Charras, partiendo de los fortines Chañar y Cabeza de Vaca, luego de desbaratar sobre la marcha una invasión de indios, ocuparon el 23 de octubre de 1869 el paraje Ancalú Grande.
Ese mismo día trazó en el costado norte del médano Sillón o Ancaló o Leunquerló Grande un fuerte destinado a comandancia de la división, al que se llamó General Lavalle. En los días siguientes determinó los lugares en que debían levantarse los fortines de la línea, los que, colocados a escasa distancia unos de otros, tomaron de derecha a izquierda los nombres de Las Heras, Media Luna, General Paz, Tres de línea, Central, Rivadavia, Belgrano, Triunfo y Vigilancia. Por el fortín Las Heras esta línea se conectaba con el sur de Santa Fe, y por el de Vigilancia con la frontera Oeste de Buenos Aires, cuyo avance acababa de efectuar el Coronel Lopez Osornio.
LA NUEVA FRONTERA Y SUS LUCHAS
En comunicación al Ministro del 29 de enero de 1870, Czetz resumió las ventajas alcanzadas con el planeamiento de la nueva línea fronteriza de la siguiente manera:
1. Se había reducido su extensión en aproximadamente 60 leguas.
2. Se tomaron a los indios las principales aguadas en un radio de 25 leguas delante de la antigua línea, con lo que se ponía un verdadero dique a sus invasiones.
3. La proximidad en que se instalaron los fortines facilitaba el servicio de vigilancia, ya que cada uno debía explorar dos o tres leguas diarias. La ubicación de las comandancias en el centro de las respectivas líneas, a la vez que garantizaba la disciplina y el buen servicio, facilitaba el aprovisionamiento de las fuerzas.
Según Czetz, la nueva frontera necesitaba un aumento proporcional de sus fuerzas en las provincias de Mendoza, San Luis y Buenos Aires; regularidad en el suministro de armas, municiones y vestuarios; severidad con los proveedores en cuanto a la entrega de alimentos para la tropa, y la pronta concreción de la idea de dar a cada individuo, al cumplir tres años en la frontera y según su graduación, un terreno en propiedad, bajo la única condición de cultivarlo, preparando así la única barrera invencible contra la barbarie: una frontera de colonias militares agricultoras.
El 28 de marzo de 1870, desde Junín, el Coronel Charras informó a sus superiores sobre el estado de los trabajos que sus soldados venían realizando en la frontera recientemente avanzada. En el Fuerte General Lavalle, centro de la línea y sede de su comandancia, se habían construido 63 ranchos de adobe, que constituían los cuarteles del Regimiento 3 de Caballería de línea. Sus efectivos sumaban 213 hombres entre oficiales y soldados, con dos piezas de artillería. De esta fuerza, 10 hombres se hallaban destacados en el fortín Tres de Línea, situado a cuatro leguas a la derecha de Ancaló, y 10 en el fortín Rivadavia, a cuatro leguas a su izquierda. Se habían construido potreros para la caballada y ganado de consumo, dos jagüeles, y se prepararon seis cuadras de tierra para la siembra de forraje.
En el Fuerte Triunfo, situado doce leguas a la izquierda del centro, se trabajaban los materiales para la construcción de los ranchos que servirían de cuarteles a las tropas. Las maderas y demás elementos eran traídos desde otros Fuertes de la línea.
El Triunfo era fuerte principal con una guarnición de 115 Guardias Nacionales, de los cuales 20 se hallaban destacados en los fortines Belgrano y Vigilancia. Se encontraba al pie de la cadena medanosa y su construcción era de palos, paja y adobe. Tenía forma rectangular, con un cuartel para la tropa, comandancia, guardia, depósito, dos pozos o jagüeles y dos corrales. Todo ello rodeado de un foso. Su nombre se debió al combate librado por el Coronel Martiniano Charras el 20 de octubre de 1869, en la Cañada de Arín, donde rescató cautivos y hacienda. (1)
En este período se destaca la brillante labor cumplida por el Coronel Czetz en el trazado y establecimiento de la nueva línea dispuesta por el gobierno de Sarmiento, quien lo premió designándolo Director del Colegio Militar de la Nación, que terminaba de crear.
En su mensaje al Congreso de la Nación de 1872, el presidente Sarmiento analizó invasión por invasión y se jactó con legítimo orgullo de que con su nueva línea de fronteras había vencido al indio, ya que desde 1870 ningún malón consiguió escapar con lo robado.”
Referencias: "La Guerra de Fronteras durante la Presidencia de Sarmiento" (Pag.68/72) e "Historia del Pueblo y del Partido de Lincoln en el Siglo XIX" (Pag.74/75) - Andrés R. Allende
(1) Sobre este combate puede leerse en la página 66 del libro “La Conquista del Desierto 1536-1879” editado por la Dirección de Geodesia que “los días 18 y 19 de octubre de 1869, las fuerzas de la frontera norte, encabezadas por Charras, el que era acompañado por Czetz y voluntariamente por el viejo Coronel Baigorria, veterano de la guerra de fronteras, se pusieron en marcha para ocupar el estratégico lugar denominado Ancaló Grande, al Oeste del partido de Lincoln. El día 20, a las 07.30 de la mañana, cuando la columna se encontraba a dos leguas de la estancia de Dowling, se escucharon tres cañonazos que anunciaban la presencia de indios en el fortín Chiquilof. Se los sorprendió y atacó en la Cañada de Arín, donde abandonaron el botín, compuesto de 1.500 yeguarizos, y se dieron a la fuga.
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