Así recordaba don Arturo Ríos las primeras orquestas y los músicos que las integraron:
“En el año 1928, don PASCUAL TORRIANI, talabartero, trajo a El Triunfo el primer bandoneón, y valiéndose de un libro de solfeo, un método de teclado y acordes, llegó a interpretar notas musicales. Despertó mi entusiasmo, que transmití a otros aficionados a la música, como Castronovo (sastre), Duglier (zapatero), y Augusto Navascués. Juntos decidimos formar una orquesta.
Todos tocábamos de oído, acordeones, verduleras y otros instrumentos. Nos pusimos a estudiar música, lo que no podíamos hacer en El Triunfo. Para trasladarnos a recibir las clases, Augusto Navascués consiguió que su padre le prestara la camioneta que utilizaba para el reparto de soda y así viajábamos, una vez por semana, de noche, en pleno invierno, algunos en la parte de atrás, por caminos muchas veces intransitables. Fue muy sacrificado, pero logramos nuestro objetivo.
En 1931 formamos la primera orquesta típica que tuvo El Triunfo. Se llamó ORQUESTA RIOS y la integramos Pascual Torriani y yo en bandoneón, Augusto Navascués y mi hermano León en violines, y Reinaldo Pareta en batería. Castronovo y Duglier no llegaron a formar parte del conjunto.
El primer violín lo había traído mi hermano León, que tocaba de oído, pero su pasión era el “fuelle”. No tardó en tenerlo y dedicándose con gran entusiasmo a develar sus milagros, estudió música y con su natural facilidad en poco tiempo se familiarizó con el repertorio y ocupó el lugar que dejó Torriani.
Anduvo todo sobre rieles durante seis años. Amenizamos gran cantidad de bailes en los clubes de la época: Atlético, Agrario e Italiano, donde los distintos cantineros (Gustavo Navarro, Bernabé Carranza, los hermanos Simone y otros que no recuerdo), siempre estaban prestos para armarnos un palco en el salón. También lo hicimos en pueblos vecinos y en los intervalos del cine mudo que Alfredo Plumier nos exhibía. Recuerdo que cuando en alguna película aparecían aviones, yo hacía el ruido de los motores con el bajo de mi bandoneón.
El 26 de noviembre de 1937 falleció mi padre. Estábamos comprometidos a actuar, dos días después, en las romerías que se hacían en el solar de don Miguel Nogueira. No pude respetar el riguroso luto que se acostumbraba, ya que no había cómo reemplazarnos.
La disparidad de criterios provocaron el desbande del conjunto. Reinaldo (Lalo) Pareta, Augusto Navascués y mi hermano León, se unieron con Julio Calle y formaron el cuarteto CLAR.
Por mi parte, en menos tiempo del que pensaba reorganicé mi conjunto, con un pianista que ya había tocado con nosotros en Bayauca, Alberto Tiberti en bandoneón, Alfredo Araujo en violín y Dionisio Mansilla en contrabajo y batería.
El Triunfo pasó a tener dos orquestas, pero como no era una actividad que redituara lo suficiente para vivir, los que no tenían otro medio de vida debieron emigrar.
En 1942, exactamente el 2 de septiembre, tuve que abandonar la orquesta. El cuarteto CLAR se desarticuló en 1947. Julio Calle formó entonces otro conjunto sumando a Rodolfo Ríos (bandoneón), Anibal Tracey (violín) y Angel Fredes (batería). En 1949 se retiró Calle y lo reemplazó Saul Rocha, cambiando su nombre por el de “Cuarteto de la Juventud”, que siguió actuando hasta 1952.
Julio Calle siguió en El Triunfo como solista y enseñando música durante el resto de su vida.”
Arturo T. Ríos
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