El Triunfo: Un pueblo con historia

Fundado el 09-09-1909

__________________
Material difundido en el Año del Centenario
Por LRM300 - FM El Triunfo - 101.5 Mhz


En "NUESTRA HISTORIA, una mirada al pasado triunfense"


Programa conducido por Carlos María Dusio

-

Don Gustavo Navarro, un hombre polifacético


Recientemente, el 25 de mayo de 2009, se han cumplido 100 años de la llegada de Gustavo Navarro a El Triunfo, hecho recordado por su hija Cholita, acompañada por un grupo de vecinos, con un simple homenaje ese mismo día frente al lugar donde él trabajó, y que fuera entonces la panadería de Russo, hoy ya demolido el edificio sobre la ancha avenida San Martín.

Don Gustavo nació en Lincoln el 28 de noviembre de 1894 y con sus 14 años de edad decidió ser otro pionero del pueblo que se estaba formando a 30 kilómetros al sur de su ciudad. Sólo había transcurrido poco más de un mes del 18 de abril de 1909, cuando se realizó el remate del loteo de terrenos, quintas y chacras en el teatro Porta Pía de Lincoln, y faltaban tres meses para el hecho que dio estado de fundación, el paso del primer tren de pasajeros el 9 de septiembre.

Luego de pasar un tiempo en la estancia La Juanita de Juan López se empleó en la panadería de Antonio Russo. Allí era considerado como hijo, pues la señora de Russo, doña Teresa Belardo lo había amamantado junto a su niño Vicente con quien se trataron siempre como hermanos. Acotemos brevemente que Vicente fue juez, y otro hijo del matrimonio Russo, Nicolás, integrante de la comisión fundadora de CASET, fue interventor federal de la gobernación del Chaco desde el 1 noviembre de 1949 hasta el 6 de marzo 1952. Durante su gestión, el Chaco fue declarado provincia por ley 14.037 promulgada el 8 de agosto de 1951. Anteriormente era el Territorio Nacional del Chaco.

Sin dejar las tareas de panadero, don Gustavo se hizo cargo a fines de 1919 de la estafeta postal que había funcionado durante diez años en la estación de ferrocarril, y estaba a cargo del jefe don Custodio Maldonado, quien le traspasó un sello fechador, un sello de lacre, un sello certificado, un libro debe-haber y una almohadilla, mientras que él debía agregar los muebles. A principios de 1920 fue confirmado en el cargo, el 27 de febrero de 1926 pasó a ser encargado y el 2 de octubre de 1928 fue nombrado jefe de la estafeta.
La correspondencia llegaba en tren dos veces por semana y las repartía desde una ventana de la sala contigua a la panadería, a veces hasta con restos de harina en su delantal, con la colaboración de don Domingo Etchart que le ayudaba a cantar los nombres de los destinatarios frente al grupo de vecinos que allí enfrente se agrupaban. En esa misma sala se fundó CASET el 5 de septiembre de 1923.
Por resolución de la Dirección de Correos y Telégrafos, el día 26 de septiembre de 1928 cambia de estafeta postal a oficina de correo y el 3 de octubre de 1929 comienza a funcionar con esa nueva categoría en el tradicional edificio de la actual calle Moreno, donde Navarro vivió con su familia hasta que se jubiló el 31 de diciembre de 1947.
El 18 de noviembre de 1926 contrajo enlace con doña Angela Alvarez. Tuvieron dos hijas, Pitina (Angélica Paula) nacida en El Triunfo el 5 de septiembre de 1927 y Cholita (Haydeé Emma) nacida en Quilmes el 29 de junio de 1929.
En la década del 20, junto a Enrique Nogueira administró la confitería "La Armonía" ubicada en la tradicional esquina de las actuales Avda San Martín y Alberdi, con funciones de cine mudo. Mientras tanto y sin descuidar las actividades mencionadas anteriormente, en 1926 adquiría el colectivo del señor Scotti, vecino de Bragado, que desde 1924 prestaba el servicio de transporte de pasajeros entre Lincoln y El Triunfo.
Fue integrante del club Juventud Unida y aunque no participó en la fundación de CASET, se unió años después siendo un entusiasta socio y presidente durante seis años consecutivos desde 18 de diciembre de 1935 hasta 30 noviembre de 1941, cuando lo sucede en el cargo don Ernesto Ortiz. Durante su gestión se construyó el salón social, inaugurado el 27 de abril de 1940. Movido por el entusiamo de ver el avance de la obra, se ausentaba del correo y dejaba a sus niñas encargadas de llamarlo cuando llegara gente a retirar o despachar correspondencia. Sin duda el salón social del club fue la concreción de su gran sueño. Se jactaba con legítimo orgullo: "Era el primero en llegar y el último en retirarme de la reuniones de comisión directiva".
También gustó de componer poesías. De ellas se toman estos versos que con sentimiento le dedicaba a CASET:
"Seis años tu nave timonié
Creo que ese tiempo no es un día
A puerto seguro te llevé
Con fe, honradez y gallardía."
Orador apasionado, supo aprovechar la oportunidad en los festejos del cincuentenario de El Triunfo para expresarle al vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Arturo Crocetti, presente en el acto, que el pueblo había logrado progresar más por la iniciativa de sus pobladores que por la ayuda de las autoridades, decía: "Tenemos una frecuencia de trenes igual que la de hace 50 años".

En una oportunidad, Cholita se encontró con Crocetti en el consultorio del Dr. Wescam, un distingo oftalmólogo de la ciudad de Junín. Cuando se presentó, Crocetti recordó a Navarro y manifestó: "Ese día su padre habló muy bien, y espero que para los 100 años me vuelvan a invitar".
Agente vendedor de los diarios La Nación y La Prensa durante muchos años; colaboraron con él como repartidores entre otros: Manuel Pérez, Juan Carlos Santarelli, Eduardo Roldán, Carlos Alberto Parodi y los hermanos Juan Carlos y Miguel Angel Rolando. El 31 de diciembre de 1972 pasó la agencia a Humberto José Fracassi.
Siempre presente en la cenas aniversario de CASET concurría con la bufanda verde y blanca que agitaba en alto durante sus discursos.
Apasionado del futbol acercaba sus consejos a los jóvenes jugadores durante el entretiempo, y tal fue el cariño que despertaba en ellos que en el año 1975 cuando CASET poseía un excelente plantel, y participaba en Lincoln en un campeonato nocturno, lo hacía con el nombre de "Don Gustavo".
Falleció en El Triunfo el 26 de febrero de 1978. En el traslado de sus restos, el cortejo se detuvo frente a la sede de CASET y su féretro fue cubierto con la bandera de la institución. El secretario de la comisión directiva renovada el día anterior, Abel Julían Moreno, fue el encargado de pronunciar las palabras de despedida.
Su esposa, doña Angela, falleció el 6 de diciembre de 1984. Vivía en Lincoln con su hija Cholita desde el 12 de diciembre de 1982.
En la década del 80, cuando se construyó el mágnífico gimnasio, la comisión directiva de CASET decidió hacer el justo homenaje dándole el nombre de Gustavo Navarro.
CMD
.

El farmacéutico Marcelo Manino


Hasta donde tenemos conocimiento, el primer farmacéutico de El Triunfo fue el señor José Mayans, vocal de la primera comisión directiva del CASET en 1923 y designado con el cargo de Intendente del club el 8 de junio de 1924.
Posiblemente haya sido también en 1924 cuando radicó su farmacia en nuestra localidad el señor Marcelo Manino, mencionado en los relatos de don Santiago Sessarego, quien contaba que siendo un niño de 11 o 12 años trabajó y habitó en su casa hasta 1925, cuando el Dr. Oscar Peralta llegó al pueblo aceptando la hospitalidad del joven farmacéutico.
Otro dato interesante sobre la presencia del señor Manino en El Triunfo lo aporta la señora Alba María Rovito de Bosque, quien dice que el día de su nacimiento, 14 de febrero de 1926, amaneció hermoso luego de una noche de carnaval, y que don Marcelo había sugerido que a la niña nacida al alba la llamasen con ese nombre.
Manino, nacido en Lincoln, fue un entusiasta defensor de los ideales socialistas que compartía con sus amigos el Dr. Eduardo Puy y don Joaquín Domínguez.
Formó parte de la comisión de CASET como tesorero en 1927 y revisor de cuentas en 1930 y 1933.
Estaba afectado de un enfermedad incurable en aquellos años, y el lunes 24 de agosto de 1936 se quitó la vida.
Con motivo de su fallecimiento, la revista “Hogar Linqueño” publicó esta nota:
Lincoln, lunes 31 de agosto de 1936
Año III – Número 60

MARCELO MANINO

Falleció el lunes 24 de agosto en la Capital Federal.

“Honda consternación causó en nuestro vecindario, la noticia de la trágica muerte del hijo de este pueblo con cuyo nombre encabezamos estas líneas.
Establecido desde hacía varios años con farmacia en El Triunfo, donde contaba con general estimación y prestigio, también su sociedad fue sacudida al conocerse la infausta e inesperada novedad.
Marcelo Manino, egresado normalista linqueño, perteneció a ese grupo de jóvenes que ingresaron en las filas del estudiantado universitario con el propósito de lograr la capacidad habilitante de una carrera liberal.
Sus restos mortales fueron trasladados a esta ciudad para ser inhumados en el cementerio local, acto que fue un exponente del aprecio de que gozaba el extinto.
El Círculo Farmacéutico dispuso el cierre de las farmacias adheridas, designando al doctor Olimpio Sorgentini para hacer uso de la palabra en el acto del sepelio, cuyas palabras publicamos más abajo.
Haya paz en la huesa tempranamente abierta y encuentren los familiares cristiana resignación.

El doctor Sorgentini dijo:

“Cumplo la misión de pronunciar al borde de esta tumba, en nombre del Centro de Farmacéuticos local y de sus condiscípulos, la palabra de despedida al que hoy emprende el viaje sin retorno.
Me ha tocado la misión, que tengo que cumplir en el colmo de la amargura, de darle el último adios a quien el destino me ligó por muchos años de la vida moza. Un sentimiento primario me lleva a recordar el patio lleno de sol de la primer escuela, el asomo de la hombría en el curso normal, y la policroma bohardilla de la vida universitaria.
Fue un amigo, un profesional y un hombre de bien. En esta trilogía está compendiada su acción en el corto tiempo de su existencia. Jovial, generoso, y leal en la amistad, vivió su vida con un dejo de despreocupación por las cosas del ambiente que lo rodeaba. Habían quedado en él secuelas del poeta de los veinte años que se entrega al vuelo mental y deja pasar las horas con desdén por el interés sórdido y el egoísmo brutal.
Manino era un bohemio y como tal creó su mundo interior con un poco de abstracción por las banalidades del otro, pero con dedicación absoluta al verdadero amigo y con una probidad y limpieza rayanas en el lirismo en el trato con las personas.
Ha caído un buen muchacho. Los que fuimos sus colegas perdemos al compañero que enaltece la misión social que se desempeña y que con su proceder purga la acción profesional de las rudezas de la batalla diaria. Los que fuimos sus condiscípulos hoy convertimos un recuerdo alegre en una añoranza, porque cada vez que le veíamos encontrábamos en él la evocación más completa de lo que el pasado tiene para nosotros de más puro y generoso, sin un resquemor o un sentimiento parásito".
Marcelo Manino: Requiescat in pace”.
.

Los hoteles


Ya no existen en El Triunfo esos hoteles que fueron tan necesarios en otras épocas para viajantes de comercio, músicos, docentes, peones, empleados públicos y forasteros de diversos oficios cuando no contaban con medios de transportes rápidos como los actuales, que hoy permiten en poco tiempo llegar a ciudades cercanas, a través de rutas asfaltadas, donde pueda conseguirse un buen hospedaje.
También funcionaron como casas de pensión, y los pensionados por la propia convivencia con los dueños, pasaban a cumplir el papel de miembros de la familia, colaborando en los quehaceres del lugar.

Se listan a continuación, y con la promesa de ampliar el contenido, los hoteles que funcionaron en nuestro pueblo durante gran parte de su siglo de existencia.

Hotel “El Globo”
Tal vez haya sido el primer hotel. Era mencionado en relatos de los primeros pobladores y lo recordaban como una fonda de construcción de chapa y adobe y estaría ubicado frente al paso a nivel de la calle Güemes, mientras que otros afirmaban que estuvo en la esquina de Avda. San Martin, donde actualmente funciona la parada de colectivos.

Hotel “Armano”
El hotel de José Armano es nombrado en la guia del Ferrocarril Oeste de 1910/1911.
Se hallaba en la esquina de Avda. San Martín y Sarmiento, donde actualmente está establecido el cuartel de “Bomberos Voluntarios El Triunfo”.
En los años 30, pasó a ser la confitería "9 de Julio" atendida por los hermanos Meyer. Uno de ellos, Sarito Meyer, es el autor de la letra del vals "Te he querido", al que Leon Ríos le dió la música.
Luego en su salón Arturo Armano tuvo durante varios años el cine "Monumental", con su operador Carlos Plumier. Cerró cuando el club CASET comenzó con sus proyecciones, que le compró las máquinas en 1942.
Convertido en almacén hasta mayo de 1950, cuando Arturo Armano alquila el local y vende las mercaderías y muebles y útiles a la Cooperativa Agrícola Ganadera de El Triunfo Ltda. Allí funcionó la cooperativa cuatro años y medio, hasta que esta entidad compra y se traslada al edificio de la ex Casa Domínguez, el 26 de enero de 1955.
En lo de Armano funcionó posteriormente un local de venta de muebles y por último permaneció cerrado durante varios años.
El edificio de ladrillos a la vista fue demolido alrededor de 1970, quedando al descubierto el amplio sótano durante mucho tiempo, y actualmente persiste como testigo del patio, un añejo arbol de magnolias.

“Pareta Hotel”
El edificio que aún se conserva frente a las vías, en la esquina de las calle 9 de septiembre y Maipú, fue construído como hotel por la familia Torterollo, uruguayos llegados a El Triunfo en años previos a la fundación, entre ellos la joven Saturnina quien se casó con don Manuel Alvarez y fundaron el Almacén La Paz.
El hotel pasó a manos de don Federico Alvarez, padre de doña Angela que se convirtiera luego en esposa de don Gustavo Navarro. Posteriormente el inmueble fue de Ramón Pareta, cuando toma el nombre definitivo. En la década del 30 estuvo a cargo un breve tiempo de Juan Biagioni y por último de Felipe Blanco quien había venido de Balsa, y lo tenía habilitado con 10 camas.
Posteriormente don Felipe, casado con Isabel Pareta, tuvo almacen y despacho de bebidas en la Avda. San Martín y Miguel García Senra, donde lucía colgado en la pared un antiguo reloj a péndulo con la leyenda “Hotel Pareta”.

Hotel “Ruggiani”
De Gerónimo Ruggiani. Fue también fonda, cancha de pelota paleta y despacho de bebida.
Ubicado en la esquina de la Avda. San Martín y Miguel García Senra.
En la avenida, frente a este hotel había una bomba con bebederos para caballos.
En los años 30 la cancha de pelota pasó a ser de los hermanos Figueras.

Hotel “Maluzán”
Pertenecía a Juan Maluzán y estaba ubicado en la esquina de las calles que hoy se denominan Alberdi y 9 de Julio, frente a "El Pradito" de la Federación Agraria Argentina.
Funcionó en las décadas del 20 y30 y fue también restaurante que pasó a ser de Francisco Recco en los años 40.
Don Juan Maluzán formó parte de la comisión de CASET en los años 1932, 1934 y 1935 como vocal y revisor de cuentas.

Hotel "El Español”
Conocido como “Hotel de Navascués”, estaba ubicado en la esquina de la Avda. San Martín y Alberdi, en el terreno donde actualmente se encuentra el local de la Farmacia “Bosque”.
El edificio tenía las características de las construcciones altas de aquel tiempo, ladrillo a la vista y vereda de tierra, limitada con cordón de ladrillos dispuestos de canto, en forma de sardinel. Carteles de chapa con propaganda de bebidas clavados en su ochava.
Atendido en los años 30 y principios de los 40 por sus dueños don José Navascués y su esposa doña Laurena Soteras, y anexo al mismo funcionaba la fábrica de soda.
Los dormitorios daban hacia el patio arbolado, con galería y sus puertas tenían cortinas blancas bordadas, destilaban un perfume muy agradable y particular. En el bar y restaurante, con mostrador para despacho de bebidas, se percibía un olor ácido, mezcla de aceitunas y pinotea de los pisos y al fondo del salón se ubicaban las mesas de billar.

A fines de la década del 40 estuvo a cargo de don Carlos F. Lorenzo, según consta en la guía del Ferrocarril Oeste de 1947, y en un aviso publicado en el periódico linqueño "La Idea", cuyo texto dice: "Carlos F. Lorenzo - Hotel - Comodidad para pasajeros - Servicio banquetes y lunchs - U. Telefónica 43"

Posteriormente fue regenteado por don Fulgencio Iñarrea nacido en España en el año 1893 o 1894.
Allí, todos los atardeceres se daban cita José Llena, Alpañez, y otros, para hacer su partida diaria de tute cabrero, que por lo general terminaba en discusiones.
En las tardes de verano, salpicaba con agua la vereda utilizando algún fuentón o regadera, y preparaba mesas para servir bebidas. Don José Navascués, sentado con sus brazos apoyados en el respaldo de la silla, vigilaba como un guardián dispuesto a intervenir en cualquier momento.
La atención de la cocina estaba a cargo de Doña Pety, su esposa, una mujer de excelente carácter, con quien colaboraba don Humberto Sabatini.
El primer plato del menú de la casa era una muy buena sopa, a la que seguía un excelente puchero. Los segundos y cuartos lunes de cada mes, la comida era organizada por la Casa Meiller, para agasajar a los clientes de sus remates ferias. Dos veces al año, con la realización de los tradicionales Remates Especiales de Invernada, concurrían numerosos y distantes compradores, lo que para Don Fulgencio era una verdadera fiesta, pues disfrutaba mucho del reencuentro con ellos.
El viernes 4 de junio de 1965, mientras servía uno de esos almuerzos, cayó víctima de un ataque cardíaco delante de todos sus amigos. A Don Fulgencio le falló ese día su enorme corazón, y falleció al día siguiente, a las 19.25 horas, con 71 años de edad. Sus restos descansan en el Cementerio de El Triunfo.

Doña Pety continuó al frente del hotel, durante unos pocos años y en 1972 se realizó un remate general de muebles por cuenta y orden de la familia Navacués. Ya desocupado el gran salón se utilizó para actos políticos en la campaña de 1973 y bailes organizados por instituciones triunfenses. Desocupado y sin mantenimiento se deterioró rápidamente transformándose en un lugar predilecto de pájaros, murciélagos y comadrejas, hasta que fue demolido alrededor de 1980.

Hotel “El Caballito Criollo”
Don José María Maradey llegó a El Triunfo de paseo el 23 de febrero de 1926 y se quedó para siempre.
Había nacido en Navarro el 9 de junio de 1905 y con la firme decisión de radicarse resolvió practicar su oficio y el 15 de marzo de 1927 abrió la peluquería. Además le gustaba tocar la guitarra y cantar.
El 15 de agosto de 1941 abrió el hotel “El Caballito Criollo”, que mantuvo hasta su fallecimiento.
Frente a sus puertas tenía establecida su parada de colectivos don Leoncio Amorena, propietario de la empresa de transporte homónima: “El Caballito Criollo”. Aún perdura el nombre “El caballito” para referirnos al servicio que une Lincoln con El Triunfo y los pueblos vecinos Quiroga y Martínez de Hoz.
El hotel de Maradey que poseía el privilegio de contar, cuando el servicio telefónico era manual por operadora, con el número 1, era conocido por cientos de viajantes y guarda miles de anécdotas. Funcionó también como pensión, despacho de bebidas, depósito de encomiendas, oficina donde José María (hijo) expedía certificados de vacunación bovina y hasta en el sótano se estableció en febrero de 1974 la confitería bailable “Pie Derecho”, pero era destacado sobretodo por las deliciosas comidas que preparaba Angelita, la esposa de don José.
Todo se fue con el pasar del tiempo, fallecieron don José, Angelita y Pelado, su hijo, y con ellos se extinguió el hotel. Aún se conserva el local subdividido en dos comercios en la esquina de las calles Alberdi y 9 de Julio.
CMD
.

El Triunfo en el recuerdo de Sebastián Corredera


Don Sebastían Corredera nació en Quiroga, el lunes 19 de mayo de 1919. Falleció en La Plata el 28 de enero de 2006. Hijo de Sebastián y doña Josefa Martín. Vivió parte de su niñez y principios de su adolescencia en El Triunfo (1926 a 1934). Su padre fue maestro particular en la casa ubicada en la esquina de las calles que hoy se denominan 25 de Mayo y Mitre, que alquilaban a don Héctor Luis Civelli y que luego fue de la familia de Ovidio Alvarez.

En una carta enviada desde La Plata el 23 de agosto de 1984, agradecía a la Comisión de Festejos del 75° Aniversario la invitación, y aprovechaba la oportunidad para contar sus recuerdos de nuestro pueblo.

...”Recibí vuestra invitación para los lindos festejos que van a realizar con motivo del 75º aniversario de la fundación de El Triunfo, lamentando no poder concurrir... pero siempre recuerdo con cariño el tiempo vivido en ese pueblo, y les hago un “raconto” de lo que era más o menos El Triunfo cuando yo estaba, hace más de 50 años.

Los comercios eran: Casa Domínguez, El Sol de Mayo, Almacén de Cappa, Tienda y Talabartería de Saliba, Casa Sanz, Hoteles de Navascués, de Pareta y de Maluzán. Confiterías: “La Armonía” de Fracassi y Simone y otra donde estaba el Cine. En “La Armonía” había un palco colgado de la pared, donde actuaba la orquesta los sábados y domingos, a la hora del “vermouth” y concurrían las familias a escuchar música y consumir las bebidas de la época.

Los músicos que yo recuerdo eran los hermanos León y Arturo Ríos, Augusto Navascués, Lalo Pareta, y Carlos Torriani.

Panaderías: Nogueira, Russo y Chemes. Farmacias: Manino y Vilches. Talleres mecánicos: Poggio y Manuel Crespo. Librerías: Safontás y Scarfone. Herrerías y Carpinterías: Borsani y Carlos Lorenzo. Cancha de Pelota: Ruggiani. Peluquerías: Maradey y Marchena.

Era un espectáculo cuando salían a cosechar las máquinas trilladoras de Poggio y Gentile. Se alborotaba todo el pueblo.

Recuerdo que se jugaba al fútbol en la cancha que estaba del otro lado de las vías y luego el nuevo campo de deportes, totalmente alambrado y con postes de madera dura. Esa obra fue un sueño para el pueblo de El Triunfo. La Sede Social vino después, cuando yo ya no estaba. Viene a mi memoria una vez que jugamos con el Club General Viamonte. Ganábamos 2 a 0 y faltando pocos minutos nos ganaron 3 a 2. El entonces presidente del Club, de apellido ARZENO, lloraba por la increíble derrota. ¡Que amor al deporte en esos tiempos!.

Las romerías que organizaba el club, duraban más de dos meses y se realizaban en el terreno ubicado entre el almacén de Cappa y la panadería de Nogueira. Luego seguían las del Club Agrario, frente al Hotel de Maluzán.

En carnaval, el recorrido de los corsos iba desde la estación hasta la cancha de pelota, y a veces había que hacer un intervalo para retirar la gran cantidad de papel serpentina que entorpecía el paso de los caballos que tiraban los carruajes adornados. En una oportunidad, los empleados de la Casa Domínguez formaron una “murga” dirigida por el “vasco” Bengoechea, y era una alegría escucharlos.

Mis compañeros de estudios primarios, que iban al Colegio de mi padre eran los hermanos Dionisio y Angel Soteras; Sarasa: Irene, Amanda y Alfredo Biagioni; los hermanos Lataza; los hijos de don Leopoldo Rodríguez; Héctor Poggio; Pirullo Borsani; Tita Graciano; Lugones; Garabito; Berastegui; Figueras; Meyer y otros nombres que se me escapan...”

Varios años despues, el 5 de febrero de 2000 nos contaba en una charla:

Su padre fue maestro y daba clases particulares de escuela primaria y teneduría de libros en horarios diurnos y nocturnos. Angel Soteras aprendió con él contabilidad y luego se instaló en Martínez de Hoz con una importante casa de comercio. Los otros hermanos Soteras trabajaban en la “Casa Domínguez”.

La casa de don Corredera, estaba provista de un sólo baño, y por turnos era usado por niñas y niños. Cuando en una ocasión un varón transgredió esa norma, fue severamente reprendido y obligado a cumplir estricta penitencia. Entre los que concurrían recuerda a Pirullo Borsani.

Cuando se enfermó su padre, en 1934, volvieron a Quiroga, donde falleció en 1936. La gente en El Triunfo los ayudaba mucho. Leoncio Amorena, traía los diarios en el colectivo, Sebastián los repartía, y Leoncio le solía decir que se quedara con toda la recaudación. Cuando se fue de El Triunfo le dejó el reparto a Manuel Pérez. En Quiroga repartió La Nación y La Prensa. Don Enrique R. Meiller era el corresponsal de La Nación, fue un hombre muy exitoso, idóneo en farmacia. Era muy amigo de Vilches, que tenía la farmacia en El Triunfo, y cuando éste se casó, vino por unos días a atendérsela.

Benajamín Cufré era el Delegado Municipal, y su hijo, Ismael, cartero.

Don Sebastían fue lavacopas en la confitería "La Armonía" de Fracassi y Simone, que varios años después, y con distinto nombre, sería de Rogelio Folcia, en la había dos espejos que deformaban la imagen. Simone estaba de novio con Flora Sessarego. Por las noches la iba a visitar, y él se quedaba atendiendo la confitería. Era un chico todavía. Una noche se le volcó la bandeja y casi le mancha la ropa al Dr. Oscar Peralta, que estaba tomando un café.

Victor Carrillo trabajaba en la casa Domínguez. Su esposa Maria Elena Ontiveros, era maestra. Tenían un pequeño niño a quien Sebastián entretenía cuando su madre lo sentaba en la vereda sobre una manta. Pasaron los años y don Sebastián se graduó de Sub Oficial de la Fuerza Aérea. Estaba destinado en El Plumerillo, Mendoza, alrededor de 1950, donde ocurrió un accidente aéreo en el que fallecieron los dos tripulantes.
En el velatorio de los desafortunados oficiales, se enteró que uno era de apellido Carrillo. Al averiguar la identidad, comprobó tristemente que se trataba de aquel niño que había conocido en El Triunfo, Gogo Carrillo.

Ruggiani tenía un hotel, cancha de paleta y de bochas. Cuando el hotel estaba completo, habilitaban las piezas de un rancho para albergar más pasajeros.

El “turco” Saliba estaba tan agradecido de la Argentina, que a todos los hijos les ponía nombres de próceres o alusivos a la historia nacional. Por ejemplo: Sarmiento.

Los Chemes tenían panadería. Nadim la estación de servicio, e Isaías coches de alquiler, dos Grand Paix.

Héctor Luis Civelli era un gran lector. En su casa tenía apiladas gran cantidad de números de la revista Caras y Caretas, que luego donó a la biblioteca de C.A.S.E.T. Su auto era un viejo Ford T. Compraba todos los terrenos que podía.

En El Triunfo había dos farmacias: Manino sobre la calle principal y Vilches a la vuelta, frente a las vías. Marcelo Manino estaba muy enfermo y se quitó la vida.

Don Gustavo Navarro era el Jefe de Correos. Por las tardes venía uno de los Etchart desde el campo, y le ayudaba a “cantar” las cartas, rodeado de todos los interesados que se acercaban a buscar su correspondencia.

Al lado de la panadería de Nogueira había un gran terreno, que en forma de “U” tenía frente sobre dos calles. Allí se realizaban grandes romerías, igual que en el terreno que estaba frente al de Maluzán, que denominaban “el pradito”.

A los 25 años de edad se fue de Quiroga. Cumplió funciones en Mendoza. Luego fue trasladado a El Palomar, viviendo un tiempo en Ramos Mejía, para posteriormente radicarse en La Plata.

Cuando lo visitamos el 19 de noviembre de 2005, don Sebastián con 86 años de edad estaba con la salud quebrantada y hablaba con mucha dificultad, pero mantenía intactos los recuerdos que aquí se expresan.
Tiempo atrás, en gratitud hacia nuestro pueblo, había sido su voluntad donar a la Biblioteca Popular "Fortín de la Cultura", los libros con que su padre dictaba clases.
CMD

Sociedad Italiana


La Sociedad Italiana “Principe Di Napoli” comenzó a funcionar en la década de 1930. Don Juan Rovito fue presidente, en forma ininterrumpida, desde 1939 hasta 1961.
En reconocimiento por esta prolongada trayectoria al frente de la institución, los socios le entregaron una medalla, que conservan sus familiares.
Don Juan había nacido en Italia el 27 de septiembre de 1893. De profesión sastre, vivió en Quiroga y se trasladó a El Triunfo con su familia en 1930. Falleció el 19 de octubre de 1968.
Esta entidad se preocupó siempre por los miembros de su colectividad y tenía un convenio con el Hospital Italiano de la Capital Federal, donde se derivaba a quienes necesitaban atención médica de alta complejidad.

Ceniza volcánica sobre El Triunfo


El lunes 11 de abril de 1932 los vecinos de El Triunfo amanecieron sorprendidos por una insólita y pertinaz lluvia de ceniza volcánica.
Aún hoy, algunas personas relatan este suceso que vivieron en la infancia, y en sus comentarios añaden que debajo del suelo, a pocos centimetros de profundidad, muchos años después podía encontrarse una capa residual de color gris.
También hubo quienes recogieron ceniza, que usaron como polvo limpiador para el lavado de vajilla.
A continuación se transcribe un texto del diario La Nación, que afortunadamente incluyó notas sobre el fenómeno enviadas desde la corresponsalía de Lincoln, y en particular la crónica de lo sucedido en el vecino pueblo Martínez de Hoz, que nos permite hacernos una idea de la situación vivida por los habitantes de El Triunfo:

LA NACION, Martes 12 de abril de 1932 (Ejemplar N° 21.785 Año LXIII)

Primera página, titular a ocho columnas:

LA ACTIVIDAD VOLCANICA EN LA CORDILLERA SE TORNA GRAVE. UNA NUBE DE CENIZA CUBRE LA PARTE SUR DEL CONTINENTE.
En la Argentina y Chile reina mucha inquietud

Página 1, columna 1:

La ceniza cubrió las calles y arboledas en La Plata



La Plata 11, - A las 4:30 comenzó a caer en esta ciudad una tenue lluvia de ceniza muy blanca, que de pronto fue cubriendo las calles y distintas arboledas, ofreciendo un curioso aspecto, que se hizo más llamativo cuando aclaró el día. Pronto se tuvo la certeza de que se trataba de las cenizas arrojadas por el volcán Descabezado, de Mendoza, que eran impulsadas por el brusco cambio del viento.
El hecho motivó, como es de suponer, comentarios abundantes, ya que la ceniza continuaba cayendo a mediodía, aunque en forma menos perceptible. La mañana destemplada y la falta de sol hacían más impresionante la lluvia polvorienta. La ceniza caída tiene forma de pequeños copos de vidrio, y sólo ha cubierto superficialmente la ciudad.
En el Observatorio Astronómico la presencia de ceniza ha sido asimismo muy comentada. El director del establecimiento nos expresó que el fenómeno se ve repetido pues el 10 de diciembre de 1921 se produjo también una lluvia de cenizas a causa de la erupción de un volcán, aunque el polvo era de color más obscuro y la nube mucho más alta que la aparecida hoy.
A medianoche y a las 5 de hoy los sismógrafos del observatorio han registrado nuevos movimientos producidos en la zona andina, pero no de mucha intensidad, aunque estos terremotos no tienen relación con el fenómeno de la lluvia de ceniza.

Página 1, columnas 1 y 2:

El espectáculo extraordinario

En la atmósfera turbia que envolvía a la ciudad se advirtió desde temprano algo que fijaba la atención de los transeúntes. A través del aire opaco se filtraba, como una leve nevisca, lenta y fina, que parecía no llegar al suelo y formaba ya, sin embargo, una huella visible en las aceras, en las calzadas y en las capotas de los automóviles. Los que abrían las persianas indagaban lo que sucedía con la mirada perpleja y examinaban la capa libera formada en la baranda del balcón. Sobre Buenos Aires caía ceniza. Es decir, la gente se hallaba en presencia de un extraño fenómeno, que no podía tener origen en alguna causa cercana y aislada, puesto que sobre toda la urbe flotaba la polvareda grisácea. En el espacio sin transparencia se movía, algodonosa y contínua, la cerrazón cenicienta. Un sobrecogimiento vago latía en la muchedumbre, con esa desconfianza incierta y esa sorpresa contenida que provocan los prodigios de la naturaleza, y Buenos Aires supo con la simultaneidad con que se difunde en una grande aglomeración humana la noticia de lo extraordinario que allá lejos, en la cordillera, habían entrado bruscamente en actividad volcanes cuyos nombres se olvidan cuando están en reposo. La ceniza venía de aquella región distante y el viento la llevaba hacia las zonas más apartadas, por diversas provincias, por encima del río, hasta Montevideo. Gris la ciudad, gris las llanuras, gris y tanto el firmamento, evocaba en cada uno impresiones dejadas por viejas leyendas, a las que se asocia el confuso tema de los milagros antiguos. Los que iban por las calles no tardaron en habituarse a lo que descendía del cielo como una niebla que se fue desvaneciendo.
En los tranvías, en los subterráneos, los pasajeros, sin alarma, aunque no sin un fondo de inquieta aprensión, comentaban el sorprendente suceso con el recuerdo de hechos análogos que suelen ocurrir en los lugares volcánicos, y no faltaban quienes ilustraban sus observaciones con datos un poco pintorescos relacionados con memorables calamidades geológicas. En otras, el silencio revelaba pensamientos graves y religiosos. La multitud se encontraba ante un “fenómeno”, y un fenómeno es, precisamente, el milagro, explicado, definible, pero milagro al fin.


Página 2, columna 8:
En Lincoln la población recurrió a los paraguas

LINCOLN, 11 – En las primeras horas de la madrugada de hoy se notó en esta ciudad el extraño fenómeno atmosférico de la lluvia de ceniza. El cielo, que a medianoche estaba completamente despejado, fue cubriéndose paulatinamente por un nublado que, hora a hora, se hizo más denso, como más densa continuó la caída del polvo ceniciento.
A las 7, la población quedó envuelta por un blanco manto, dando el fenómeno la impresión de una fuerte nevazón. En ningún momento se ha visto el sol; el cielo tiene el aspecto de un día de gran tormenta, y a la hora de transmitir este despacho continúa el fenómeno. En los pueblos circunvecinos y del partido ocurre igual cosa.
En Martínez de Hoz la caída de ceniza fue de tanta densidad que a las 10 era imposible transitar sin la ayuda de linternas. En las calles, el espesor de la misma oscila entre cuatro a seis centímetros. Algo análogo parece haber ocurrido en Pehuajó, Timote, Carlos Tejedor y Rivadavia.
En esta ciudad, la mayoría de las personas que circulan por las calles lo hace con paraguas.



Página 3:

FERROCARRIL DEL OESTE
La ceniza volcánica atrasó en una hora el tren procedente de Lincoln.

El doctor Eduardo Puy


El doctor EDUARDO PUY llegó a El Triunfo a principios del año 1931, si tomamos como referencia que en la reunión de la comisión directiva del club C.A.S.E.T. del día 8 de marzo de ese año fue aceptado como socio de la Institución, lo que si bien no da certeza de que ya estuviera afincado, demuestra que ya estaba relacionado con nuestro pueblo.

Desde el 17 de enero de 1932 integró esa comisión junto a su colega el doctor Oscar Peralta, ambos como revisores de cuentas.

Su radicación en El Triunfo fue inducida por don Arturo Domínguez, dado que Puy estaba por casarse con su hija EMMA JUSTINA, lo que ocurrió el lunes 2 de julio de 1932.

Su vivienda y consultorio estaban ubicados frente a las vías del ferrocarril, en el domicilio que formaba parte de la Casa Domínguez, y que luego utilizaron los doctores Raúl García Auge, Jorge Alberto Musso y Angel Sangiani.

En abril de 1933, para el nacimiento de su primer hijo, Emma se trasladó momentáneamente a Buenos Aires. Allí nació Eduardo. Luego tendrían dos hijos más, cuando ya no vivían en El Triunfo.

En el acto eleccionario de noviembre de 1935, en condiciones en las que fue desbordado por los acontecimientos, le tocó atender a los heridos en el tiroteo que le costó la vida a Ricardo Bernabé Carranza.

Ejerció su profesión en El Triunfo hasta el día 27 de junio de 1936. Al irse, le entregaron una medalla con la leyenda: “Al doctor Puy. Sus amigos de El Triunfo. 27-06-36”

Curiosamente, muchos vecinos recuerdan su apellido como “Puig” en razón de que durante un tiempo, la placa colocada en el consultorio así lo indicaba erróneamente.

Cuando se fue de El Triunfo se incorporó a la Marina de Guerra y prestó servicios en la cañonera Independencia hasta 1940, año en que vino a Junín como médico residente de un Sanatorio.

Entre 1942 y 1945 estuvo en Arequito (Provincia de Santa Fe), y luego ingresó al Hospital Fiorito de Avellaneda, primero como Jefe de Guardia y más tarde dirigiendo el Servicio de Cirugía Toráxica. Realizó varias operaciones a corazón abierto consideradas pioneras en su género.

Se jubiló en 1965 y pasó a desempeñarse como médico durante la construcción del Dique Florentino Ameghino, en las cercanías de Trelew (Chubut).

El doctor Eduardo Puy había nacido en Buenos Aires, el jueves 18 de mayo de 1905, y falleció el lunes 24 de noviembre de 1997, a los 92 años de edad.

Los Puy conservan gran afecto por El Triunfo. Eduardito recuerda que en los veranos de 1943 y 1944 pasaron sus vacaciones junto a su hermano Ricardo en la casa de la familia Navascués, teniendo muy presentes a don José, doña Laureana y los bailes de carnaval que se realizaban en C.A.S.E.T. amenizados por el cuarteto CLAR, donde Augusto tocaba el violín.

En la década del 80, Eduardito y su hermano Ricardo acompañaron a su padre en un viaje a El Triunfo, en el que recorrieron la vieja Casa Domínguez, la estación y otros lugares que recordaban. Luego en Lincoln, visitaron el lugar en el que nació y vivió su madre, donde hoy funciona la Clínica Oeste.

Nacidos con el pueblo: Santiago Sessarego


Se incluyen bajo este título a vecinos que hayan nacido en El Triunfo en fechas próximas a su fundación.

Lo siguiente es el resumen de una breve charla mantenida con don Santiago Sessarego el 18 de febrero de 2000, quien acababa de cumplir 88 años, el día 7 de ese mes.

Nos contaba que alrededor de 100 años atrás la familia Sessarego estaba radicada en San Justo y luego se trasladaron a Chivilcoy.
Entre 1905 y 1908 , algunos hermanos, entre ellos Luis, el padre de Santiago, compraron tierras en Arenaza. Luego en 1909 adquirieron el campo de El Triunfo y en sociedad trabajaban ambas explotaciones, pero como esto provocaba inconvenientes con el traslado permanente de las herramientas agrícolas decidieron separarse y don Luis se quedó con el campo de El Triunfo. Allí nació Santiago el 7 de febrero de 1912.
Fue a la escuela hasta 3er. Grado y como su madre quería que continuara estudiando en forma particular fueron a conversar con doña Herminia de Alvarez, quien les dijo que lamentablemente no podía darle clases particulares pues por una disposición les estaba prohibido a maestras en actividad y se exponía a una sanción.
Decidieron entonces hablar con el farmacéutico Manino y llegaron a un acuerdo donde Santiago tomaría clases, ayudaría en la farmacia y a su vez viviría en ese lugar. Contaría en esa época 11 o 12 años de edad, o sea ocurría esto en 1923 o 1924.
Al poco tiempo Manino les comunicó que no podía seguir hospedándolo porque un nuevo médico vendría a El Triunfo e iba a vivir en su casa. Se trataba del Dr. Oscar Peralta.
Años más tarde, el 5 de enero de 1934, cuando faltaba todavía un mes para cumplir 22 años, Santiago forma parte de la Comisión Directiva de CASET como vocal, siendo el Dr. Peralta su presidente.
Recuerda que al principio CASET usaba camisetas de futbol a rayas verticales azules y blancas.
Los partidos de futbol se jugaban en el terreno del ferrocarril próximo al embarcadero. Él nunca jugó, en cambio sí lo hizo Manuel Sessarego, a quien recordaba como un muy buen futbolista.

Los músicos: "Orquesta Ríos"



Así recordaba don Arturo Ríos las primeras orquestas y los músicos que las integraron:

“En el año 1928, don PASCUAL TORRIANI, talabartero, trajo a El Triunfo el primer bandoneón, y valiéndose de un libro de solfeo, un método de teclado y acordes, llegó a interpretar notas musicales. Despertó mi entusiasmo, que transmití a otros aficionados a la música, como Castronovo (sastre), Duglier (zapatero), y Augusto Navascués. Juntos decidimos formar una orquesta.

Todos tocábamos de oído, acordeones, verduleras y otros instrumentos. Nos pusimos a estudiar música, lo que no podíamos hacer en El Triunfo. Para trasladarnos a recibir las clases, Augusto Navascués consiguió que su padre le prestara la camioneta que utilizaba para el reparto de soda y así viajábamos, una vez por semana, de noche, en pleno invierno, algunos en la parte de atrás, por caminos muchas veces intransitables. Fue muy sacrificado, pero logramos nuestro objetivo.

En 1931 formamos la primera orquesta típica que tuvo El Triunfo. Se llamó ORQUESTA RIOS y la integramos Pascual Torriani y yo en bandoneón, Augusto Navascués y mi hermano León en violines, y Reinaldo Pareta en batería. Castronovo y Duglier no llegaron a formar parte del conjunto.

El primer violín lo había traído mi hermano León, que tocaba de oído, pero su pasión era el “fuelle”. No tardó en tenerlo y dedicándose con gran entusiasmo a develar sus milagros, estudió música y con su natural facilidad en poco tiempo se familiarizó con el repertorio y ocupó el lugar que dejó Torriani.

Anduvo todo sobre rieles durante seis años. Amenizamos gran cantidad de bailes en los clubes de la época: Atlético, Agrario e Italiano, donde los distintos cantineros (Gustavo Navarro, Bernabé Carranza, los hermanos Simone y otros que no recuerdo), siempre estaban prestos para armarnos un palco en el salón. También lo hicimos en pueblos vecinos y en los intervalos del cine mudo que Alfredo Plumier nos exhibía. Recuerdo que cuando en alguna película aparecían aviones, yo hacía el ruido de los motores con el bajo de mi bandoneón.

El 26 de noviembre de 1937 falleció mi padre. Estábamos comprometidos a actuar, dos días después, en las romerías que se hacían en el solar de don Miguel Nogueira. No pude respetar el riguroso luto que se acostumbraba, ya que no había cómo reemplazarnos.

La disparidad de criterios provocaron el desbande del conjunto. Reinaldo (Lalo) Pareta, Augusto Navascués y mi hermano León, se unieron con Julio Calle y formaron el cuarteto CLAR.

Por mi parte, en menos tiempo del que pensaba reorganicé mi conjunto, con un pianista que ya había tocado con nosotros en Bayauca, Alberto Tiberti en bandoneón, Alfredo Araujo en violín y Dionisio Mansilla en contrabajo y batería.

El Triunfo pasó a tener dos orquestas, pero como no era una actividad que redituara lo suficiente para vivir, los que no tenían otro medio de vida debieron emigrar.

En 1942, exactamente el 2 de septiembre, tuve que abandonar la orquesta. El cuarteto CLAR se desarticuló en 1947. Julio Calle formó entonces otro conjunto sumando a Rodolfo Ríos (bandoneón), Anibal Tracey (violín) y Angel Fredes (batería). En 1949 se retiró Calle y lo reemplazó Saul Rocha, cambiando su nombre por el de “Cuarteto de la Juventud”, que siguió actuando hasta 1952.

Julio Calle siguió en El Triunfo como solista y enseñando música durante el resto de su vida.”


Arturo T. Ríos

El doctor Oscar Peralta


El Triunfo crecía y su población necesitaba más atención médica. Alrededor de 1925 se instaló en nuestra localidad el doctor Oscar Peralta, que nació el 15 de diciembre de 1899 en Córdoba, donde estudió y se recibió de médico. Fue presidente de C.A.S.E.T. desde el 16 de marzo de 1933 hasta el 18 de noviembre de 1934 y también miembro de la comisión para la construcción de la Capilla Santa Teresita.
Tuvo su domicilio y consultorio frente a las vías del ferrocarril, (actualmente calle Manuel A. García N° 54), vecino a la casa de comercio “El Sol de Mayo”.
En 1984 no pudo asistir a los festejos del 75° Aniversario, pero envió la siguiente carta:

...”Me complazco en hacerle presente con estas líneas, mi profunda gratitud por el noble gesto que han tenido los amigos de El Triunfo, al invitarme para tan grato acontecimiento, con motivo del 75º aniversario de la fundación de tan generosa como noble población.

Pero esta vez la suerte no me acompañó como otras veces, pues por mi ya abundante caudal de años (cumpliré 85 el 15-XII) no tengo aptitudes para largos ni cortos viajes, ya que mi estado de salud no me lo permiten. Pero créame que de veras lo siento y por razones de sus trabajos tampoco pueden hacerlo mi señora y mis tres hijos que con sus recuerdos los acompañarán desde aquí.

Haciendo sinceros votos por el éxito que lograrán, un seguro y feliz reencuentro de los triunfenses, a quienes hago llegar un efusivo apretón de manos, me es grato hacerle llegar mis íntimos deseos de triunfar en toda la línea.

Con un apretado abrazo de los míos y de mi parte, me es grato saludar a Ud. Y a los amigos de El Triunfo, deseándoles éxitos y felicidad”.

Doctor Oscar Peralta, Florida, agosto de 1984.