El Triunfo: Un pueblo con historia

Fundado el 09-09-1909

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Material difundido en el Año del Centenario
Por LRM300 - FM El Triunfo - 101.5 Mhz


En "NUESTRA HISTORIA, una mirada al pasado triunfense"


Programa conducido por Carlos María Dusio

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Remate de lotes, quintas y chacras


CAMPO “EL TRIUNFO” Y SU LOTEO

Si bien la instalación del Fuerte en 1869, el asentamiento de los inmigrantes y comerciantes y la llegada del ferrocarril constituyeron hitos fundamentales para el nacimiento de El Triunfo, no lo fue menos el remate del campo “Fortín Triunfo” que realizó la Compañía Inmobiliaria La Franco Argentina, y que se lo llamó el “Loteo de El Triunfo”.

La importancia que los dueños de la tierra dieron a este Loteo, se reflejó en la publicación de un aviso que fue publicado durante una semana en los diarios “LA NACION” y “LA PRENSA” de Buenos Aires.

La subasta se realizó el domingo 18 de abril de 1909, a las 14 horas, en el Salón Teatro de la Sociedad Italiana Porta Pía, y estuvo a cargo del martillero Rómulo García Piñeiro.

En el aviso del remate se dice que los terrenos rodean la nueva estación del Ferrocarril Oeste, en el ramal de Los Toldos a Roberts, pero sin darle nombre. Esto es así porque el Ministerio de Obras Públicas recién lo oficializó el 6 de julio del mismo año.

Los organizadores del remate no previeron, como era habitual en estos casos, la reserva de una manzana para la plaza principal y terrenos a su alrededor para Oficinas Públicas, Policía, Iglesia, etc. omisión que dio como resultado que hoy la plaza no esté ubicada en el centro de la localidad, y que los edificios de esas Instituciones, no se encuentran a su frente.

El AVISO DEL LOTEO de EL TRIUNFO

Anuncio publicado junto al plano del trazado de la localidad y alrededores. Este documento que se encuentra en el Ministerio de Obras Públicas de La Plata.

ROMULO GARCIA PIÑEIRO
EN LINCOLN
Campo Fortín Triunfo - 621 LOTES

Ver el aviso siguiente:

Por cuenta de la Compañía Inmobiliaria Franco-Argentina. En Lincoln, el campo Fortín Triunfo.
Las chacras, quintas y solares que rodean la nueva estación del Ferrocarril del Oeste, en el ramal de Los Toldos a Roberts. Las más ricas tierras de la región, apreciadas como las mejores del partido, con agua buena y a poca profundidad, aptas para toda clase de cultivos.

Especialmente ubicada en relación a Lincoln, 9 de Julio, Bragado, etc. lo que asegura vida propia para llegar a ser un pueblo de importancia. Venta excepcional a largos plazos, con posesión inmediata.

Condiciones de venta: 30 por ciento al contado al recibir el título provisional, 30 por ciento a un año, 20 por ciento a dos años, 20 por ciento a tres años, con intereses del 6 por ciento pagaderos por semestres adelantados.

Base para las chacras, 150 $ la hectárea. Quintas y solares sin base.

El domingo 18 de abril, a las 2 de la tarde, en el Salón-Teatro de la Sociedad Italiana Porta Pía, en esta ciudad.

La venta comprende: 40 manzanas divididas en 12 lotes y 141 chacras y quintas, que varían su superficie entre 2 y 41 hectáreas.

Recomendamos la inspección del campo, la que puede hacerse por las estaciones Quiroga, Martínez de Hoz y Lincoln. En este punto se puede solicitar en el Hotel Argentino de Angel Regalino y en restaurante de Ambrosio Bianchi, coches que por el precio de $ 20 el viaje de ida y vuelta los conducirán a revisar el campo.

Pueden también los interesados bajarse en el mismo campo obteniendo permiso del señor ingeniero encargado, para viajar en los trenes de construcción que salen de Los Toldos y de Roberts.

En el campo en venta está el encargado señor Luis Sosa, quien facilitará caballos y sulky para revisarlo.

Las escrituras se otorgarán por ante el escribano señor Carlos de la Torre una vez abonada la segunda cuota, o sea el 60 por ciento, quedando el campo en primera hipoteca hasta el pago total.

Seña 8 por ciento a cuenta del precio y 2 por ciento de mi comisión.

Planos e informes a mi escritorio en Lincoln o a la Compañía Inmobiliaria Franco-Argentina, Bartolomé Mitre 544, Buenos Aires.

Ferrocarril del Oeste - Estación El Triunfo


AUTORIZACIÓN DE LA UBICACIÓN DE LAS ESTACIONES

Resolución del Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires
Gobernador: Ignacio Darío Irigoyen

La Plata 30 de abril de 1908.

"Resultando de lo informado por el Departamento de Ingenieros que no hay inconvenientes en aprobar la ubicación de las estaciones en la primera sección de la línea de Los Toldos a Meridiano 5°, pasando por Roberts, el Poder Ejecutivo resuelve: Aprobar el plano y memoria descriptiva presupuestada por la empresa de Ferrocarril del Oeste, para la ubicación de las estaciones de primera sección de la línea Los Toldos a Meridiano 5°, pasando por Roberts y cuyo estudio fuera aprobado por resolución de fecha 30/12/1907. Comuníquese a la empresa y pase al Departamento de Ingenieros para su conocimiento. Inscríbase en el Registro Oficial."

AUTORIZACIÓN DE CONSTRUCCIÓN DE GALPONES

Resolución del Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires
Gobernador: Ignacio Darío Irigoyen
Ministro de Obras Públicas: A. Etcheverry

Aprueba planos y memorias descriptivas de:

Fecha: 15/02/1909 - Lugar: Km. 308,270 – 2 galpones para cereales
Fecha: 15/02/1909 - Lugar: Km. 283,614 – 1 galpón.
Fecha: 30/03/1909 - Lugar: Km. 323,070 – 1 galpón.

Como se verá seguidamente para esas fechas aún no se habían asignado los nombres a las estaciones y por esa razón los lugares se mencionan de acuerdo a la referencia de kilometraje sobre la via.
Así el Km. 308,270 correspondería a Estación El Triunfo, el 282,614 a Estación Chancay y 323,070 a Estación Vigilancia.

IMPOSICION DEL NOMBRE A LA ESTACION


República Argentina
Ministerio de Obras Públicas
Dirección General de Ferrocarriles

Buenos Aires, Julio 3 de 1909.

A su Excelencia el Señor Ministro de Obras Públicas

Don Ezequiel Ramos Mexía.

Habiendo quedado pendiente la designación de los nombres que deberán llevar las tres estaciones intermediarias de la línea de concesión provincial construida entre “Los Toldos” y “Roberts” del Ferrocarril del Oeste, cuya incorporación a la red de este ferrocarril ha sido autorizada por decreto del 28 del corriente, esta Dirección General propone los siguientes nombres:

Estación Km. 283,883.80 “La Belga”, nombre de la Compañía Americana del mismo nombre, donde está ubicada la estación.

Estación Km. 308,270 “El Triunfo”, nombre de un antiguo fortín próximo al lugar donde está ubicada la estación.

Estación Km. 323,070 “Trujuí” por estar ubicada cerca de los médanos de ese nombre, o “Vigilancia” por haber existido en la localidad un antiguo fortín con ese nombre.

El Gobierno de la Provincia ha designado las estaciones de la línea, con los nombres de “Comodoro Py”, “El Triunfo” y “Bowen” respectivamente.

Con el nombre de “Comorodo Py”, se ha designado con anterioridad una estación en la línea a General Villegas de la Compañía General de Ferrocarriles, ubicada en la misma Provincia de Buenos Aires y el de “Bowen” aunque no ha sido aún adoptado, podría ser reservado para otra estación, por cuanto corresponde dar alguno de los tres nombres locales que menciona este informe.

Dios Guarde a V.E.

Fdo. Museo Nacional y Centro de Estudios Históricos Ferroviarios.
Ferrocarriles Argentinos.


EXPTE. 5668 F/909
República Argentina
Ministerio de Obras Públicas

Buenos Aires, Julio 6 de 1909.

Vista la nota que precede se resuelve:

Las estaciones de la primera sección de la línea entre Los Toldos y Roberts del Ferrocarril Oeste de Buenos Aires, se denominarán como sigue:

Kilómetro 283,883: CHANCAY

Kilómetro 308,270: EL TRIUNFO

Kilómetro 323,070: VIGILANCIA


Publíquese y vuelva a la Dirección General de Ferrocarriles a sus efectos.


Firmado: Exequiel Ramos Mexía.

Electo Urquizo


Don Electo Urquizo, fundador de Los Toldos en 1892, fue propietario del almacén LA REINA entre los años 1888 y 1895, cuando lo vendió a Miguel García Senra.
Ver en este blog:
  • Crimen en el almacén de La Reina

  • Urquizo escribió la autobiografía: MEMORIAS DE UN POBRE DIABLO, reeditado por Ediciones Culturales Argentinas en 1983. Se transcribe a continuación el prólogo:
    "Les dedico estas memorias, relatos de mi vida y de mis luchas desde mi venida a este "valle de lágrimas", en 1847, hasta los sesenta años y cuatro meses, en 1907, que fue cuando principié a escribir estos apuntes.He sido un pobre diablo de origen muy humilde. Pero he luchado y trabajado. He vencido las mil y una dificultades, he superado estrecheces y sinsabores, peligros y peripecias. No me avergüenzan mis pobrezas; no, me gozo en contárselas de manera que no les esconderé ni un rincón de mi historia. Pero ante todo quiero detallarles todo aquello que encierre un fondo de enseñanza. Narraré, pues, de muy variados encuentros en los que he sido protagonista o testigo ocular. Todo lo que diré es histórico y verdadero. En mis relatos no habrá ribetes de novelas ni invenciones propias, porque para esas no me daría el cuero, no tengo capacidad para ser inventor.En muchos capítulos destacaré la lucha del trabajador y su triunfo en contraposición al desfalco de los haraganes. Ustedes verán el éxito de la buena economía y las consecuencias de los derroches y de las rumbosidades; los frutos de la soberbia contrapuestos al fruto de la humildad. Los orgullosos menosprecian al que es modesto, pero en el pecado se llevarán el castigo.Vos, querido Gregorio, que sos un hombre educado y culto, que estás en un ambiente social refinado y que en tus negocios tratas a hombres de cierta ilustricidad, podrás apreciar las pellejerías que pasó y enfrentó tu pobre padre en toda su desnudez. ¡Sé indulgente con los bolazos de este pobre provinciano! Escribo estas memorias, en primer lugar, para vos, para tus hermanas y, más me que todo, para mis queridos nietecitos. Ellos serán los que más me han de leer.Vos y tus hermanas tienen muchos barruntos. Muchas veces los he oído quejarse de la vida, de los trabajos, de los negocios y de los grandes inconvenientes que dicen haber encontrado en su camino. Querido Gregorio, muchas veces he reflexionado sobre tu vida y tus negocios y me he preguntado si mi hijo tenía derecho para quejarse. ¿De qué podes estar descontento? No has soportado ni fríos, ni calor, ni trabajos fuertes, ni humillaciones.¿Tuviste que batirte con el hambre, el infortunio o con peligros de vida? ¿Qué caras has mendigado? ¿Ante quién tuviste que humillarte para pedirle un favor? ¿Qué caras has mendigado? ¿Ante quién tuviste que humillarte para pedirle un favor? Nada te ha faltado desde que viniste al mundo. Quizás te ha faltado pasar momentos de miserias e infortunios para que pudieras apreciar la dicha de haber nacido entre tanta abundancia.Quiera Dios que este relato de mis infortunios te sirva de guía en tu vida hasta tu vejez.Tu viejo, Electo" Urquizo.

    Los Toldos, el 25 de junio de 1907.

    Miguel García Senra (1869 - 1949)


    Nació el 28 de octubre de 1869 en el lugar Pouvos da Riveira, Rebordelo, provincia de Pontevedra, España, hijo de Don José García y Manuela Senra.

    Cinco días antes, el 23 de octubre, a miles de kilómetros de distancia, en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, los coroneles Martiniano Charras y Juan Czetz ocupaban el paraje Ancalú Grande, para instalar el fuerte General Lavalle, hoy ciudad de General Pinto y en los días siguientes fijaron los lugares en que debían levantarse, entre otros, el fuerte Triunfo y el fortín Vigilancia.

    Vivió su juventud con la incertidumbre y las penurias propias de ese tiempo en Europa. Sus inquietudes lo llevaron a mantener contacto con sus primos, don Manuel Antonio García Meijón, actualmente recordado con el nombre de Manuel Antas García, fundador de El Triunfo, y don José Manuel Martínez García, quien ya habían emigrado a Argentina, y las noticias que recibía lo convencieron de que esta era la “tierra prometida”. Como tantos otros, en 1886 se embarcó junto a su amigo Arturo León Domínguez.

    Llegaron a Buenos Aires y se instalaron en la casa de don José, con quien trabajaron en su almacén “DEL RELOJ”, en Moreno, provincia de Buenos Aires. Poco tiempo después Arturo partió hacia Lincoln, requerido para trabajar en el almacén “EL SOL DE MAYO”, de don Manuel Antas García.

    Por su amigo supo en octubre de 1893 que don Electo Urquizo había puesto en venta el almacén de “La Reina”, que estaba muy bien ubicado, en un paso obligado de carros y carretas entre Lincoln, Los Toldos, Quiroga, las Toscas, etc., en el campo que con el tiempo sería de propiedad de don Leopoldo Rodríguez.

    Lo compró y el 25 de noviembre de 1895 se instaló en él junto a su esposa, Irene Augé, a quien había conocido en Moreno.

    Sus dos primeros hijos, Alcira y Raúl, quien luego ejercería su profesión de médico en El Triunfo, nacieron allí. Cuando iba a nacer el tercero, Irene no pudo viajar por que el alumbramiento se adelantó una semana. Don Miguel, valiéndose de la información leída en algunos libros, actuó como partero de su esposa y el 6 marzo de 1896 nació en “La Reina” Miguel Rafael García Augé, luego ingeniero agrónomo ampliamente vinculado en El Triunfo.

    A fines de siglo XIX, tomo posesión de lo que quedaba de un cañón y algunos otros armamentos que habrían pertenecido al Fuerte Triunfo, los que conservó en su negocio. Entre ellos había una espada que hoy está en poder de su nieta, Martha García Augé de Bay.

    Existe un documento fechado en 1907, en el que don Miguel solicitó permiso a la Municipalidad de Lincoln para realizar carreras cuadreras. Años más tarde, don Domingo Pereyro, que llegó a El Triunfo en septiembre de 1914, recordaría esas carreras, que se realizaban junto a jugadas de taba y otros componentes de las fiestas criollas. Abundaba el asado y nunca faltaba a esas reuniones una señora que por su fuerte carácter se había ganado el apodo de “Doña Juana Rebenque”, la que junto a sus hijas vendía empanadas y pasteles.

    Hay constancias de guías de traslado de vacunos al Mercado de Hacienda de Liniers, del año 1910, en las que se remitían animales de propiedad de Don Miguel y de una sociedad que mantenía con don Arturo Domínguez.

    García Senra explotaba los campos que hoy se conocen como “El Moro”, “La Amelia”, “La Reina” y “San Miguel”. Llegó a tener más de cien personas trabajando bajo sus órdenes en tareas rurales.

    Hizo acuñar monedas que circulaban entre los colonos, con las que se podían realizar pagos en su almacén.

    Cuando cerró el negocio (1920/1921), se trasladó con su familia a la Estancia “San Miguel”, donde había construido el casco, llevándose los muebles del almacén y el cañón, que se utilizaba para apoyar las monturas.

    Para los festejos del 25º aniversario de la fundación de El Triunfo, el 9 de septiembre de 1934, entregó ese cañón a la comunidad, el que fue colocado en el centro de la plaza “Remedios Escalada de San Martín”, sobre un pedestal construido por don Juan Giribaldi, tal como se encuentra en la actualidad.

    El 23 de agosto de 1942, el Obispo de Mercedes, Monseñor Serafini, bendijo las nuevas instalaciones del Club Atlético Social El Triunfo, con el padrinazgo de don Miguel y de su esposa.

    Al vender “San Miguel”, compró en Lincoln la conocida quinta de Osorio, donde vivió desde el 20 de mayo de 1946 hasta su muerte, el 26 de abril de 1949.

    Regresó a España en una sola oportunidad. Sus restos descansan en el Cementerio de Lincoln, en el Panteón de la Sociedad Española de Socorros Mutuos, de la que fue socio y miembro de su comisión directiva.

    Coronel Juan Fernando Czetz (1822-1904)



    “Nació en el pueblo de Gidofalva, Hungría, el 8 de junio de 1822, hijo de un oficial de húsares. Después de cursar el Colegio Militar de primeras letras de Kezdy Wásárhely, ingresó en la Academia Militar de Viener – Neustad, para incorporarse en 1842 al ejército austríaco, en calidad de teniente primero. Producida la revolución de 1848, Czetz se alistó en las filas patriotas que mandaba Kossouth, siendo uno de sus más entusiastas colaboradores, y en 1849 ocupaba el cargo de comandante general de Transilvania.

    Pero la traición condujo a la catástrofe de Vilagos, y Czetz se vio obligado a emigrar a Alemania, de donde pasó a Inglaterra, no sin haber publicado antes una gramática de la lengua militar húngara para los oficiales alemanes y sus memorias de la campaña de Bem. En Inglaterra permaneció siete años y en diciembre de 1857, aceptó una propuesta de unas damas inglesas para acompañarlas a España, llegando para Navidad a Barcelona. Después se trasladó a Sevilla, donde conoció a la familia del general argentino don Prudencio Ortiz de Rozas, que se hallaba radicado en aquella ciudad desde hacía un lustro. Czetz se enamoró de una de sus hijas llamada Basilia, que más tarde sería su esposa.

    De Sevilla, Czetz y sus acompañantes pasaron a Granada, Málaga, Cádiz, Lisboa, Oporto, Vigo y de aquí a Southampton. En esta ciudad se entrevistó con don Juan Manuel de Rosas, para quien llevaba una carta de presentación de su sobrina. Después de estar un tiempo en Inglaterra, en noviembre de 1858 viajó a Francia, de donde pasó posteriormente a España. El 12 de marzo de 1859 se celebró en Sevilla su enlace con doña Basilia Ortiz de Rozas, en la iglesia de San Vicente.

    Antes de desposarse, Czetz había convenido con su prometida que partiría para la guerra que iba a hacer Napoleón III contra Austria a favor de Italia, en la que debía intervenir un cuerpo del ejército húngaro de 30.000 hombres bajo el comando del general Klapka. Este avisó a Czetz a mediados de abril de 1859, que lo esperaba en Génova para organizar y mandar la primera división del cuerpo de ejército, la que sería constituida por los emigrados húngaros y los pasados del ejército austríaco. Czetz se trasladó a Marsella, donde se embarcó con el primer cuerpo del ejército francés, con el cual llegó a Génova. Las batallas de Solferino y San Martino aceleraron el fin de la guerra, y la paz de Villafranca echó completamente por tierra las esperanzas de Czetz, Kossuth, Klapka y otros patriotas húngaros.

    Este fracaso convenció a Czetz que no había nada que esperar de los gobiernos extranjeros y resolvió partir hacia Sud América, para labrarse una posición a su propia costa. El 15 de julio de 1859 se despidió de sus compañeros de lucha Kossuth, Klapka, Turr, Teleky, etc., y partió para Sevilla, de donde pasó con su esposa y su cuñada Manuela de Rosas, a Lisboa. El 18 de diciembre de 1859 nació allí su primer hijo. En mayo de 1860 se embarcaron en el “Royal Mail Inglés” y en junio llegaron con su esposa e hijito a Buenos Aires.

    En octubre de 1861, rindió examen en Buenos Aires para recibir el título de agrimensor, siendo designado por el gobernador general Mitre, en 1862, para medir grandes extensiones de campo en el Azul. En 1864, una grave enfermedad lo condujo al borde del sepulcro, de la que zafó con felicidad, debiendo suspender sus trabajos de agrimensura. Por influencia del entonces mayor don Lucio V. Mansilla, el Presidente Mitre, dio de alta a Czetz en el ejército, como jefe de la sección de ingenieros. Empezó a trazar el mapa de la República, en la parte que limita con el Paraguay y el Brasil y estando en esa tarea estalló la guerra de la Triple Alianza. El general Mitre dio a Czetz el grado de coronel el 20 de junio de 1865, junto con la misión de organizar el cuerpo de zapadores, el que fue constituido con un grupo de jóvenes preparados en ingeniería, que sirvieron de oficiales y su segundo fue el mayor Alejandro Díaz, que marchó con los zapadores a incorporarse al cuerpo de ejército al que pertenecían, quedando él en Buenos Aires a causa de una recaída de su enfermedad. Terminó el mapa que había iniciado y pasando a la plana mayor disponible, aprovechó esta situación para trasladarse al Partido de Rojas a efectuar unas mediciones de campos, para allegarse recursos. Más adelante estudió la construcción del ferrocarril desde Santa Fe a Esperanza, trabajo que terminó en 1867.

    Cuando Sarmiento asumió la presidencia, el mismo general Gainza, encomendó a Czetz, en octubre de 1869, el ensanche de las fronteras sur de Córdoba y Santa Fe y oeste de Buenos Aires. Hizo construir el fortín Sarmiento por la tropa del batallón 12 de línea, al lado sur del Río V, desde donde siguió con 6 baqueanos y un destacamento del precitado batallón hacia los Cerrillos del Plata. Prosiguió su camino por la pampa, al costado norte de la laguna La Amarga, en dirección recta al fortín Acha, extremo oeste de la línea de Buenos Aires. Señaló los puntos por los cuales debían trazarse los límites fronterizos y terminada su comisión regresó a Buenos Aires para dar cuenta de la misma. El ministro Velez Sarsfield le ofreció el puesto de director del ferrocarril Central Norte, pero él ya se había comprometido con el general Martín de Gainza para organizar el Colegio Militar. En junio de 1870 cumplió este acto trascendental para nuestra institución armada, consagrándose con dedicación ejemplar a esta ardua tarea, al extremo que dice en sus Memorias, que en los cuatro años que permaneció al frente de aquel Instituto, sólo fue una vez al teatro. Czetz dirigió el Colegio hasta mayo de 1874, secundado hábilmente en su obra por el mayor Lucas de Pesloman, oficial distinguido de la escuela francesa de caballería establecida en Saumur. El 14 de aquel mes y año, entregó la dirección del Colegio a su sucesor.

    En 1875 fue designado Presidente del Departamento Topográfico en la Provincia de Entre Ríos, cargo que desempeñó hasta 1883, confeccionándose bajo su dirección personal los primeros planos catastrales de los departamentos de la misma, trabajo que fue el primero ejecutado en la República, imitándolo después las demás provincias. Simultáneamente fue profesor de matemáticas en la Escuela Normal de Profesores de Concepción del Uruguay, y desde 1875 formó parte todos los años en las comisiones examinadoras del Colegio Nacional de aquella ciudad. En 1884 hizo lo propio en el Colegio Militar, así como también en la Comisión Revisadora y Proyectora de nuevos planes de enseñanza para aquel Instituto. En noviembre de 1884 fue por corto tiempo, profesor de Topografía y Dibujo Topográfico en la Escuela Naval.

    Aquel año fue destinado a la jefatura de la cuarta Sección del Estado Mayor, puesto en el que permaneció hasta su retiro militar, en diciembre de 1895, pero hecho efectivo en los comienzos del año siguiente. Aquella Sección era la correspondiente a Ingenieros, de cuya arma le fue reconocida la efectividad de Coronel el 15 de enero de 1891.

    En 1893 propuso al Superior Gobierno el estudio de la Cordillera de los Andes a ejecutarse por los oficiales de la Cuarta Sección del E.M.G. Aprobado su plan, el Gobierno destinó 30.000 pesos para la ejecución de la obra, siendo encargados de efectuarla los siguientes oficiales: Juan Serrato, Martín Rodríguez, Arturo Lugones, Reymundo Baigorria, Desiderio Torino, S. Domínguez, Ricardo Pereyra y el ingeniero Julio Lederer, los que presentaron el mismo año el trabajo terminado.

    En 1885 publicó “Ensayos de Geografía Militar de la República Argentina”, que sirvió de texto en el Colegio Militar y escuela de Cabos y Sargentos, escribió un Tratado de Fortificación Permanente y Pasajera y preparó una traducción de la táctica alemana de la tres armas.

    El coronel Czetz falleció en Buenos Aires el 6 de septiembre de 1904.”

    Referencia: “BIOGRAFIAS ARGENTINAS y SUDAMERICANAS”, (Pág. 166/118) _Jacinto R. Yaben.

    Coronel Martiniano Charras (1820 - 1904)


    “Nació en el pueblo de Salto, provincia de Buenos Aires, el 16 de octubre de 1820, siendo sus padres don Francisco de Asís de los Santos Charras y doña Lorenza Justiniana Rodríguez. A los 17 años, llevado por una irresistible vocación militar, sentó plaza como soldado en el cuerpo que mandaba el coronel Juan Cruz Gorondo. Desde aquella época hasta 1880, tomó parte en las acciones más importantes que tuvieron por escenario el vasto territorio de la República contra la montonera alzada y en las luchas civiles por la organización nacional.

    Incorporado al Ejército Libertador, estuvo en el desembarco y toma de San Pedro, el 5 de agosto de 1840; en el combate de la Cañada de la Paja, el día 20 del mismo mes, donde la vanguardia de Lavalle mandada por el coronel Niceto Vega, derrotó al coronel Vicente González; habiendo también asistido a la acción del Tala, el 6 de agosto, contra las fuerzas del general Angel Pacheco.

    El 15 de noviembre del mismo año se encontró en la sorpresa que sufrió la Legión “Mendez”, en las isletas de Aguará, por las tropas federales al mando del coronel Jacinto Andrada. Con la jerarquía de alférez de un regimiento de caballería, Martiniano Charras asistió a la sangrienta batalla del Quebracho Herrado, el 28 de noviembre de igual año; cayendo prisionero en la diseminación de las fuerzas derrotadas. Gracias a la intervención de su tío, el sargento Martín Charras, del 3º de Caballería de Campaña, del ejército federal, por intermedio del entonces capitán Prudencio Arnold, obtuvo que el general Pacheco permitiese la incorporación del prisionero a las filas vencedoras, en las que permaneció algún tiempo, hasta que se fugó del paraje “Alta Gracia”, donde se encontraba a la sazón, faltando a su palabra de honor.

    Incorporado al “Ejército de Reserva”, en la provincia de Corrientes, asistió a la batalla de Caaguazú, el 28 de noviembre de 1841, bajo el superior comando del ilustre general José María Paz. Se encontró también en la célebre batalla del Arroyo Grande, el 6 de diciembre de 1842, en la cual el Ejército Unido mandado por el presidente del Estado Oriental, general Fructuoso Rivera, experimentó un tremendo desastre. Charras pasó entonces a la República Oriental, incorporándose a las fuerzas que operaron en la campaña de aquel Estado contra las invasoras del general Manuel Oribe, vencedor del Arroyo Grande.

    A las órdenes del general Rivera asistió al combate de Solís Grande, el 18 de julio de 1843, donde fue batida una división de mil hombres al mando del general Ignacio Oribe. Se encontró en otros hechos de armas y en el curso de 1845 pasó a la provincia de Corrientes, donde se reunió a las tropas que allí organizaba el general Paz, a cuyas órdenes hizo la campaña de enero a marzo de 1846, con motivo de la invasión de Urquiza, asistiendo a la jornada de Laguna Limpia, el 4 de febrero. Tomó parte en la campaña de 1847, encontrándose en la batalla de Vences, el 27 de noviembre, en la que cayó prisionero de los federales. Su juventud y prestancia llamaron la atención del general Urquiza, quien ordenó que no fuera pasado por las armas. Charras era teniente del ejército de Madariaga.

    Acompañó al general Urquiza en la campaña contra Rosas, asistiendo a la capitulación del general Oribe el 8 de octubre de 1851. Se encontró en la batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852. El primero de mayo de este mismo año fue dado de alta como ayudante mayor del Escuadrón de Guardia Nacional del Fortín Mercedes, cuerpo de cuya reunión estuvo encargado Charras, el cual en el mes de Julio ya revista la clase de capitán con grado de sargento mayor. El pronunciamiento del 11 de setiembre de 1852 lo contó entre sus adeptos. El 1º de noviembre revista como capitán en la “División López”

    A las órdenes de Rosas y Belgrano asistió a la batalla de San Gregorio, el 22 de enero de 1853. Levantado el sitio de Buenos Aires, recibió el despacho de sargento mayor efectivo el 15 de julio de 1853, “por orden del S.Gral don José M. Flores”; continuando sus servicios en el Departamento Norte, con asiento en Rojas.

    Asistió a la batalla del Tala librada el 8 de noviembre de 1854 contra las tropas invasoras del general Gerónimo Costa. Continuó sirviendo en la Frontera Norte de la provincia de Buenos Aires en los años siguientes, de guarnición en Rojas, Pergamino, San Lorenzo de Navarro, Fortín Mercedes, Loma Negra, etc. Tomó parte en las expediciones al Desierto conducidas por Bartolomé y Emilio Mitre.

    El 19 de junio de 1858 ascendió a teniente coronel graduado, incorporándose en julio del año siguiente a la primera división del primer Cuerpo del Ejército de Operaciones, con la cual asistió a la batalla de Cepeda el 23 de octubre de 1859. Después de esta campaña, volvió a su antiguo acantonamiento en la Frontera Norte de la Provincia, en Rojas, pasando después al Salto.

    Hizo la campaña de 1861, asistiendo a la batalla de Pavón, y concurrió en auxilio del general Hornos en el Pergamino, enfrentando un enemigo superior después de aquella acción. El 24 de marzo de 1862 se le confirió la efectividad de teniente coronel. En el curso de ese mismo año fue nombrado comandante general interino de la Frontera Norte de Santa Fe; el 17 de noviembre de 1862 se puso en marcha desde el cantón “Libertad”, al frente de 200 infantes, carabineros y lanceros, con rumbo Norte. El día 29 del mismo mes descubría rastros de los indios invasores, y el 2 de diciembre derrotó en el arroyo Calchaquí a un grupo de éstos, y al día siguiente a otro más numeroso, en el arroyo “Mistolar”, matando entre ellos al cacique Javino, que era el principal de aquella tribu; al cacique Mariano el Grande, de Los Toldos; y al mentado ladrón llamado “El Paraguayo”. Desde la costa del arroyo, el 4 de diciembre, envió parte detallado al gobernador de Santa Fe, en el que recomendó muy especialmente a su Jefe de Detall, el teniente coronel Leopoldo Nelson.

    El 16 de enero de 1863 se decretó la formación del Regimiento Nº 6 de Carabineros de Línea, sobre la base del escuadrón de caballería de línea existente en la Frontera Norte de Santa Fe; cuerpo cuyo mando se le dio por el mismo decreto al teniente coronel Charras, que quedó también a cargo de aquella Frontera. El 12 de noviembre del mismo año marchó al Desierto, dejando la frontera al mando del teniente coronel Leopoldo Nelson.

    El 15 de marzo de 1864 fue nombrado comandante militar en Junin. El 14 de setiembre del mismo año marchó de Rojas, a ocupar el punto de la nueva frontera llamado “Chañar”; habiéndole concedido el Gobierno Nacional, a solicitud del de la provincia de Buenos Aires, el 1º de febrero de igual año, permiso para fundar el pueblo de aquel nombre.

    El 8 de agosto de 1865 fue puesto en posesión del mando de la Frontera Sur de Santa Fe, con asiento en Melincué. El 4 de setiembre de este año, rechazó una indiada que había penetrado hasta aquel punto, a la que persiguió hasta los lugares denominados “Hinojo” y “Cañada del Zapallar.

    Al estallar la guerra del Paraguay, quiso marchar a la zona de operaciones, pero el general Emilio Mitre se lo impidió, diciéndole que era necesario que quedaran algunos jefes en el país para apagar el incendio aún no completamente dominado de la montonera interior.

    Al tener lugar el amplio movimiento insurreccional encabezado por Videla, Sáa, Varela y otros caudillos, iniciado en Mendoza el 8 de noviembre de 1866, el comandante Charras concurrió con las fuerzas que, a las órdenes del general Paunero, marcharon a sofocarlo. Se halló en las acciones de Los Loros y de La Pampa del Portezuelo el 30 de enero de 1867, donde la retaguardia de Paunero, al mando de los coroneles José Iseas y Plácido López, derrotaron a mil rebeldes atacantes a las órdenes del coronel Felipe Sáa. Asistió a la batalla de San Ignacio, el 1º de abril del mismo año, bajo el mando superior del general Arredondo. En la acción del Portezuelo, por inspiración propia, hizo un movimiento estratégico por entre las sierras y lanceó por la espalda a la gente de Sáa, que se creía vencedora.

    Inmediatamente pasó a operar a la provincia de La Rioja, donde junto con el comandante José María Linares, fue derrotado por Felipe Varela, en el mes de junio de 1867 en el “Durito” o “Ciénaga Redonda” y en la “Cuesta de Mirada”, combates librados el 5 y 16 del mismo mes, respectivamente, y en los cuales se batió al frente de 100 guardias nacionales del Regimiento Norte de la provincia de Buenos Aires, con los cuales había sido desprendido desde la ciudad de San Juan, después de la batalla de San Ignacio para operar en La Rioja teniendo también a sus órdenes un batallón “San Juan” con 200 plazas escasas. Charras era 2º Jefe de aquel Regimiento, el cual estaba mandado por el coronel Plácido López, al que se incorporó en Jachal después de las derrotas de “El Durito” y de la “Cuesta de Miranda.

    Terminada aquella campaña y ascendido a coronel graduado, el 1º de marzo de 1868, fue nombrado Jefe de la Frontera Norte de la provincia de Buenos Aires a la que se incorporó el 11 de mayo de ese año. Es fama que una oportunidad, el mayor Lorenzo Vinter le informó de que sería atacado por más de 1500 indios, y Charras, que sólo disponía de 112 hombres no se inmutó y mandó preparar su tropa. Llegado el momento hizo sonar los clarines, ordenando “sable en mano y a degüello”, y la acción solo duró una hora, al cabo de la cual los salvajes fueron aniquilados. Don Martiniano Charras, recibió el grado de coronel el 4 de febrero de 1868 con antigüedad de 22 de noviembre de 1867.

    Su intrepidez era proverbial y con frecuencia decía a sus soldados: “Hagan fuego y diviértanse para que el enemigo sepa donde estamos y no tenga que andar buscándonos”. El 14 de noviembre de 1871 pasó a la P.M.A.

    En la presidencia de Sarmiento, el 21 de agosto de 1869, recibió la efectividad de coronel, y de aquel se cuenta que al subir al poder había llamado a Charras, al que conocía desde que actuó en la represión de la montonera del interior, siendo él gobernador de San Juan, y le dijo: “Coronel, conozco todos sus grandes hechos y aquí tiene la efectividad del grado de coronel que hace diez años se le debía haber dado.

    Sin embargo, Charras se levantó en armas en setiembre de 1874, por lo que fue dado de baja el 11 de octubre de aquel año. Reincorporado el 5 de junio de 1877, y pasado el 26 de octubre a la P.M.D. A pesar del fracaso de aquella revolución, volvió a participar en la de junio de 1880, poniéndose de parte del gobernador Tejedor. En el curso de las operaciones que tuvieron lugar, la fuerza sublevada al mando de Charras se desbandó.

    Dado de baja del ejército el 9 de julio de 1880 por aquellos sucesos, el 21 de agosto de 1883, el Senado prestó acuerdo para reincorporarlo, lo que cumplimentó el P.E. por decreto del 17 de diciembre del mismo año, dándole de alta en el Cuerpo de Inválidos con la mitad del sueldo de su clase de coronel. Un nuevo decreto del 13 de agosto de 1888 le acordó el sueldo íntegro en su calidad de Oficial Superior.

    El coronel Charras falleció en esta Capital, el 19 de setiembre de 1894 a las 08.25 a.m., habiendo enfermado mentalmente en sus últimos años. El Ministerio de la Guerra hizo colocar su cadáver en el nicho Nº 11 de la Sección Sur del Cementerio de la Recoleta.

    El 15 de octubre de 1919 sus restos fueron trasladados al Cementerio del Oeste.

    El 11 de mayo de 1869 contrajo enlace con doña Carmen Videla, en Junin (Buenos Aires), natural de San Luis, de 26 años, hija de Lázaro Videla y Josefa Valdés, puntanos. La esposa de Charras falleció el 1º de diciembre de 1880, en el cuartel 1º de Junin.

    El teniente coronel Marcelino Reyes, en su “Bosquejo Histórico de la Provincia de La Rioja”, dice:

    “El combate de “El Durito o Ciénaga Redonda”, como indistintamente es conocido, es una gloriosa acción de guerra para el entonces teniente coronel don Martiniano Charras, cuya reputación de bravo y denodado jefe en el arma de caballería dejó bien acreditada en las fronteras de la República en su lucha contra el salvaje, como jefe de la Frontera Sur de Santa Fe y Norte de Buenos Aires, o en los combates de la guerra civil, a la que concurrió formando parte del ejército de esta última provincia en sus luchas por la organización nacional.

    Fuera de las acciones de guerra que se han citado, Charras se halló también en las siguientes: Los Ombúes, Vergara, Gualeguay, Las Raíces, Calchaquí, Laguna del Clé, Laguna de Andrio, derrota de La Paloma, Masa de Villagra, Albano, sorpresa de la división de Larramendia, retirada de los Chosmes, Rincón de Vergara, Arroyo del Palmar, Las Moscas, Chiuqeleofú, expedición a los Ranqueles, El Mate y campaña al Estado Oriental”

    Referencia: “BIOGRAFIAS ARGENTINAS y SUDAMERICANAS”, (pág. 124/127) Jacinto R. Yaben.

    El malón de noviembre de 1876


    A fines de noviembre de 1876, un malón penetró por la Frontera del Oeste y dirigiéndose hacia el Norte por el interior de la antigua línea de fortines, fue a caer sobre las estancias de la costa del Salado.

    Informado de la invasión, el Comandate de la Guardia Nacional, coronel Ataliva Roca, salió con su Regimiento desde Junín dispuesto a enfrentarla, al tiempo que daba aviso a las fuerzas del Fuerte Lavalle para que se le unieran En Chiquilof. Chocó con el malón, pero ante la abrumadora superioridad numérica de los invasores debió replegarse a la estancia de Gogland, donde tampoco pudo mantenerse. Mientras tanto los indios, que habían organizado un enorme arreo, se retiraban hacia la frontera.

    La llegada de las tropas al mando del coronel Sanabria, permitió a Roca emprender una rápida persecución y caer por sorpresa sobre los indios más allá de El Triunfo, para infringirles una sangrienta derrota y recuperar buena parte del arreo.

    La expuesta fue, sin duda, la última gran invasión que debió soportar el partido de Lincoln.”

    Historia del Pueblo y del Partido de Lincoln en el siglo XIX.
    La Conquista del Oeste Bonaerense (1869). André R. Allende.



    LOS INFORMES SOBRE EL COMBATE

    Los Coroneles Manuel Sanabria y Ataliva Roca informaron por separado al Ministerio de Guerra, sobre tal enfrentamiento.

    Esa documentación está incluida en las Memorias de 1877, de la Biblioteca del Ejército Argentino.




    Del Coronel Manuel Sanabria:


    “Comandancia de la 2ª línea de la frontera Norte de Buenos Aires

    Fuerte General Lavalle, Diciembre 12 de 1876


    Al Señor Inspector y Comandante General de Armas, Coronel D. Luis M. Campos

    “Tengo el honor de poner en conocimiento de V.S. a fin de que se sirva elevarlo al Superior Gobierno, que el día 9 del corriente a las tres y cuarto de la tarde tuve parte del Comandante Roca de que en la tarde anterior los indios habían invadido por “Chiquiló”, haciendo una arreada de yeguas por toda la costa del Salado, y que iban saliendo con el arreo en dirección a “El Triunfo”. Inmediatamente hice montar a caballo y a las cuatro de la tarde me puse en marcha para salir delante de los indios y unirme al Comandante Roca, que marchaba en la misma dirección, lográndolo a las siete de la tarde.

    Ya incorporado emprendimos la marcha en dos columnas paralelas, una compuesta por el Regimiento de Guardia Nacional Movilizado que guarnece esta frontera, con ciento veinte hombres a las órdenes del Sargento Mayor D. Manuel de la Cuesta, y la otra por el Regimiento Guardia Nacional de Junín al mando de su Jefe, el Comandante D. Ataliva Roca..

    Al oscurecer, la marcha fue interrumpida por una gran tormenta que nos obligó a echar pie a tierra, y permanecer toda la noche con el caballo de la rienda, pues la oscuridad era tal que sólo a la luz de los relámpagos podíamos vernos el uno al otro.

    Cuando aclaró ordené montar para continuar la persecución, pero no dábamos con la rastrillada. Viendo lo infructuoso de la búsqueda, el Comandante Roca pidió al ciudadano D. Juan Masa, que lo acompañaba como voluntario, tratase de encontrarla.

    Aproximadamente en dos horas vino a avisarnos que la misma iba como a legua y media. Inmediatamente tratamos de tomarla; llegando a ella a las ocho de la mañana, mandé de vanguardia al Capitán D. Bonifacio Salguero con su compañía, y me puse al trote y galope. Como a las cinco leguas encontramos fuego y señales de que habían estado churrasqueando, lo que confirmó que la indiada iba muy cerca. Para que no nos escucharan hice sacar los frenos. Mi idea era alcanzarlos a la noche para batirlos al venir el día, pues temía que alcanzándolos en marcha no pudiera darles un escarmiento y quitarles el arreo. No bien hice sacar los frenos, me avisaron que venía uno de la vanguardia a media rienda, inmediatamente hice enfrenar y mandé al Capitán D. Juan Duarte con su compañía a reforzar la vanguardia..

    El parte que me traían era que los indios estaban acampados, dispuse entonces ponerse al galope y trasladándome a la vanguardia a media rienda, pude verlos muy apurados para tomar caballos. Dispuse que el Capitán Duarte tomara su mando, hiciera montar en pelos en los caballos de reserva y cargase a su frente que yo lo protegería con el resto del Regimiento, y que el Comandante Roca hiciera la propio y tratara de flanquearles el ala derecha. Fue tan rápida y audaz la carga que no trataron de defenderse y sólo procuraron sacar algún arreo. La vanguardia pudo chocar con alguno de ellos, arrollándolos completamente y haciéndoles muchos muertos.

    Los indios con quienes nos hemos batido eran mandados por el Cacique Pincén, viniendo a sus órdenes Manuel Grande, Tripailao y el cuñado de Coliqueo, conocido por el apodo de “Platero”, componiéndose esta fuerza como de trescientas y pico de lanzas.

    El resultado de esta jornada, Sr. Inspector, ha sido dejarles treinta y tantos muertos, tomarles las tres cautivas que llevaban, mucha caballada del vecindario que habían robado, lo mismo que de los que ellos traían y como cinco mil yeguas, dejando el campo sembrado de mantas y monturas que recogieron nuestros Guardias Nacionales y un gran número de lanzas. Los que lograron escapar salían en pelos.

    Por nuestra parte no tuvimos más que un herido leve, y si algún arreo pudieron llevarse fue como consecuencia de la poca fuerza con que cargué, pues no queriendo darles tiempo a que se rehicieran y escapasen con él, no quise esperar la mucha gente que había quedado guardando caballos, y con doscientos cincuenta hombres de la fuerza con que dimos la carga, no podíamos atender a una línea tan extensa como la que ellos ocupaban. Yo creo haber conseguido mi objetivo que era darles un buena sableada, matando a muchos de ellos e hiriendo a un gran número, salvando las cautivas y quitándoles casi en su totalidad el arreo y caballada.

    Las yeguas y caballos reuperados los llevó el Comandante Roca ha quien di orden de entregarlos a sus dueños, que en su mayor parte son de Junín, y sabiendo por los cautivos que Pincén traía arreo del centro, he dado también orden de que se dirija al Juez de Paz de Bragado a fin de que mande por los animales que sean de ese vecindario.

    Las fuerzas a mis órdenes han cumplido con su deber, y al cerrar este parte sólo me resta resaltar la conducta honorable del Sr. Juez de Paz de Lincoln que rifle en mano cargó al mando del Comandante Roca, cooperando de ese modo a salvar los intereses de su partido, y la del ciudadano D. Juan Masa, que no sólo ha sido el que nos ha proporcionado este triunfo por haber encontrado la rastrillada, sino que siendo de los primeros que cargaron, mató a dos salvajes con su lanza.

    Felicito al Superior Gobierno y a V.S. por un triunfo tan completo y sin haber tenido pérdida alguna.

    Dios guarde a V.S.”

    Manuel Sanabria



    Del Coronel Ataliva Roca:


    Junín, diciembre 14 de 1876


    Al Señor Inspector y Comandante General de Armas.

    Señor Inspector:

    “Aunque no tuve la idea de pasar a V.S. un parte circunstanciado de mis marchas hasta encontrar y derrotar a los indios invasores, pues lo haría el señor Coronel Sanabria como Jefe superior, lo hago teniendo en consideración lo pedido por el señor Ministro de la Guerra en telegrama de fecha 12 del presente, cumpliendo con el deber de relatar estos hechos con la sencillez y claridad necesarias.

    Paso pues, a exponer a V.S. lo ocurrido desde mi salida de este pueblo con el Regimiento a mis órdenes.

    El día 1º del corriente, salí con mi Regimiento a hora avanzada de la tarde en dirección a lo de “Coiffin” caminando toda la noche, llegando el día 2 a las diez de la mañana a este establecimiento, el cual dista diez leguas de Junín. En este punto se me incorporó el señor Juez de Paz de Lincoln con su policía, marchando al siguiente día a situarme en “Chiquiló”, cuyo punto dista del anterior cuatro leguas, por creer que desde este lugar podría atender uno y otro partido; pero viendo que nuestro costado derecho era amenazado por una fuerte invasión, resolví marchar, a la tarde de ese día, caminando la mayor parte de la noche hasta llegar a la estancia conocida por de “Cougling”, a nueve leguas de “Chiquiló”, y punto que juzgué aparente para atender al amenazado, sin dejar descubierta nuestra izquierda, que quedaba guardada por las fuerzas del señor Coronel Sanabria, situada en el Fuerte General Lavalle.

    El lugar que ocupábamos era excelente para nuestras caballadas por tener buenos pastos y abundantes aguadas. Además, tanto los alfalfares que pusieron a nuestra disposición, como la caballada del establecimiento, prestaron después un servicio importante.

    De este punto las descubiertas alcanzaban a más de cinco leguas a nuestro frente y derecha, que fue por donde se sintieron los indios, permaneciendo allí hasta el día 10, en que tuve aviso de “San Román”, que habían penetrado por nuestra izquierda, y estaban recogiendo las haciendas de los establecimientos que teníamos a retaguardia. Inmediatamente de recibir este aviso y con la prisa que el caso requería, me puse en marcha a las 12 en punto del día en dirección a “Arín” distante 8 leguas de la estancia “Cougling”, llegando a las dos y media de la tarde, en que mandé un chasque al Coronel Sanabria, avisándole que me encontraba allí, e indicándole la conveniencia de que sus fuerzas salieran del frente de los invasores, que según las rastrilladas se dirigían al fortín “Rivadavia”, ubicado 9 a 10 leguas de donde yo me encontraba y a 3 leguas del “Fuerte Lavalle.

    Habiéndoles tomado a los indios la rastrillada, la seguimos hasta llegar a las 6 de la tarde a inmediaciones del fortín “Rivadavia”, dejándolo media legua a la derecha, desde donde distinguimos las fuerzas del Coronel Sanabria, que se encontraba en el fortín. Ya juntos me puse bajo su mando, de conformidad con lo indicado por el señor Ministro de la Guerra, en telegrama anterior, y después de recibir sus órdenes, continuamos la marcha hacia el Sur, hasta las 10 de la noche, en que hicimos alto, a consecuencia de una gran tormenta de agua que nos obligó a permanecer a caballo.

    Al amanecer los baqueanos habían perdido la rastrillada, no sólo por nuestras fuerzas sino también por la vanguardia, lo que nos hizo perder algunas horas. Viendo que esto iba a prolongarse con gran perjuicio para nosotros, resolví mandar a Juan Masa, quien ha estado mucho tiempo con los indios, a buscarla.

    Este no tardó en volver y decirme que la misma iba a nuestra izquierda, a unas 2 leguas. Nos pusimos en marcha, llegando a la rastrillada y siguiéndola a marcha forzada..

    Siendo las 12 del día, encontramos indios que nos hacían creer con fundamento que no estarían lejos, por lo cual hice apresurar la marcha, encontrándonos a la una y media frente a los salvajes, disponiendo las fuerzas a mis órdenes para el ataque, ocupando la izquierda con mi Regimiento, quedando la derecha a cargo del Coronel Sanabria, quien puede informar a V.S. lo ocurrido en ese flanco.

    Dispuesta mi tropa, les llevé una carga a media rienda, la que no les dio lugar ni a formarse, dejado parte de la yeguada que llevaban, huyendo despavoridos al sentir el ímpetu de nuestras fuerzas, y abandonando el resto del arreo.

    El resultado, señor Inspector, ha sido en primer lugar dar una lección a los salvajes capitaneados por uno de sus más famosos caciques, como lo es Pincén, dejando en el campo por parte del invasor como 40 muertos, la mayor parte de sus aperos, lanzas e infinidad de heridos, los que no pudieron ser tomados debido a los buenos caballos que montaban; quitándoles el arreo consistente en seis mil yeguas y rescatando las cautivas, siguiendo la persecución con mi Regimiento a más de seis leguas del campo del encuentro, en cuyo trayecto se les hicieron algunas bajas, no teniendo por nuestra parte que lamentar pérdida de ningún tipo.

    Solo me resta, señor Inspector, recomendar a la consideración del S.G., la conducta del señor Juez de Paz de Lincoln, que con su policía y caballada me han acompañado desde el momento que nos vimos en la estancia de Coiffin, quien ha peleado a la par de nuestros soldados, mostrando con este acto de patriotismo, que le honra altamente, que es acreedor a la consideración del S.G.; igualmente hago mención a la conducta del señor Juez de Paz de Junín, que no ha omitido sacrificio alguno para auxiliarnos con su policía y caballos.

    Con jueces de Paz como estos, señor Inspector, les costará muy caro a los salvajes invadir nuestros partidos sin llevar la lección que se les ha dado para bien del vecindario y satisfacción de los gobiernos nacional y provincial.

    Debo también hacer una mención honrosa del valiente Sargento Mayor Manuel López, quien apenas supo mi marcha se me presentó, como el de igual clase Ramos, no haciendo mención especial de ninguno de mi Regimiento, porque todos han cumplido dignamente con su deber.

    Al dejar satisfechos los deseos manifestados por el señor Ministro de la Guerra en su telegrama, me es grato ofrecer a V.S. mis respetos y consideraciones.

    Dios guarde a V.S.”
    Ataliva Roca

    Crimen en el almacén de La Reina


    El 12 de octubre de 1893 tuvo lugar en “LA REINA”, en el almacén de ramos generales y despacho de bebidas de propiedad del Señor ELECTO URQUIZO, una terrible matanza, en la que fueron asesinados Juan Doeijó y otras cuatro personas.

    Urquizo fue un importante comerciante, fundador de Los Toldos, donde estaba establecido desde 1872 con su casa “El Argentino”, que tenía varias sucursales. Desde el 20/08/1885 fijó su residencia en Buenos Aires, donde compraba los insumos para sus negocios, actuando como mayorista de plaza, remitiéndolos por tren hasta BRAGADO, para su posterior distribución.

    En sus sucursales estaba asociado con sus empleados. Uno ellos era Juan Doeijó, quien desde 1884 se desempeñaba en Los Toldos.

    Había adquirido en 1888 “LA REINA DE BAYAUCA”, como él la denominaba, (motivo por el cual el Padre Meinrado Hux, estudioso de Urquizo y los Coliqueo, la sitúa erróneamente en Bayauca). En 1889 puso a su frente a Doeijó y lo asoció con el 30% de los beneficios.

    En su libro “Memorias de un pobre diablo”, Urquizo cuenta que un Señor García le escribió para recomendarle a alguien recién llegado de España y pedirle que lo hiciera dependiente en alguno de sus comercios. Luego García lo acompañó personalmente presentándolo como buena persona y Urquizo lo puso a trabajar a las órdenes de Doeijó. El recomendado resultó ser uno de los hermanos San Pedro.

    El Diario LOS SUCESOS del 22 de octubre de 1902, sin aclarar la fecha en que ocurrió, o si se trata de una reproducción de un artículo de 1893, publica el siguiente relato que nos facilitó el Señor Angel Lombardo, tomado seguramente del parte policial:

    TERRIBLE DRAMA en “LA REINA”

    “De este crimen resultan cinco víctimas, entre ellas dos mujeres y una criatura. Las circunstancias que rodean el suceso y los antecedentes de los asesinos, demuestran que se trata de uno de los hechos que reúnen las condiciones, alevosía y ensañamiento para la aplicación de la pena máxima.

    En la casa de negocios de LA REINA, establecida en el Cuartel 15 de Lincoln, atendía el negocio como socio industrial JUAN DOEIJO, a quien acompañaba su esposa ROSA WARD, una sirvienta llamada MARIA ECHART y el dependiente ANICETO FUENTES. Dos días antes del crimen, la mujer de DOEIJO había librado una criatura mujer, la que también fue víctima de los bárbaros asesinos. El asalto a la casa ocurrió en la noche del día 12 del corriente entre las 11 y las 12, suponiéndose que los moradores estaban ya recogidos. Los criminales que podrían ser más de dos, no debieron perder mucho tiempo en realizar su obra de exterminio, ya que no se hallaron señales de lucha o resistencia.

    La Policía de LINCOLN tuvo aviso del crimen el día 15 a las 10,10 lo que dio tiempo a los autores para poner distancia de por medio. Cuando su Comisario, don TOMAS SUAREZ llegó al lugar, el cuadro que se presentó a su vista fue horrible. Las cinco víctimas estaban en el suelo, espantosamente desfiguradas. JUAN DOEIJO tenía tres puñaladas en el cuerpo; la sirvienta trece; el dependiente ANICETO FUENTES, catorce; y la criatura tres heridas en la cabeza.

    Las víctimas, luego de ser reconocidas por el médico de Policía que acompañó al Comisario, fueron entregadas a uno de sus deudos, RICARDO SMITH, quien se hizo cargo de darles sepultura. Las sospechas del crimen recaen especialmente en los hermanos FRANCISCO y MANUEL SAN PEDRO, españoles, de 20 y 21 años de edad, respectivamente. Podría ser que los criminales fuesen más de dos porque en el lugar del hecho se hallaron tres cuchillos manchados en sangre. Existe la certidumbre de que el móvil del crimen fue el robo, por haberse encontrado vacía la caja de fierro que había en la casa y dados vuelta los bolsillos de la ropa que vestía DOEIJO.

    De las primeras investigaciones practicadas por el Comisario de LINCOLN surgió que al día siguiente del crimen, los presuntos autores tomaron pasaje en el ferrocarril hasta la estación Once de Septiembre. Una de las personas que declaró en el sumario policial, que conocía a los hermanos SAN PEDRO, aseguró haberles oído decir que tenían proyectado volver a España, lo que robustece la sospecha sobre ellos, así como de que se trató de un hecho premeditado.

    El Comisario fue autorizado por el Jefe de Policía para ir a Buenos Aires, junto a un vecino que los conoce, para ponerse en su busca. La Policía está prevenida y tiene la filiación de los presuntos asesinos.

    La casa de negocios LA REINA fue cerrada y lacrada, quedando un custodio policial hasta que llegue el Sr. ELECTO URQUIZO, socio capitalista del desgraciado DOEIJO. El espantoso crimen causó honda impresión en el pueblo de LINCOLN”.


    Los asesinos robaron entre cuatro y cinco mil pesos y lograron embarcar a España, pero allí fueron apresados y enviados al patíbulo.

    Siendo que el almacén y el edificio son anteriores a 1888, se infiere que el hilo histórico une de alguna manera al Fuerte Triunfo con este almacén de retaguardia.

    El hecho impactó profundamente en Urquizo, quien puso el negocio en venta. Lo compró don MIGUEL GARCIA SENRA, tomando posesión el 25 de noviembre de 1895.

    Adjudicación de tierras


    Ya en 1860, nueve años antes del asentamiento del Fuerte Triunfo y a casi medio siglo de la fundación del pueblo, siendo el Gral. Bartolomé Mitre gobernador de la Provincia de Buenos Aires, aún separada de la Confederación Argentina, y como consecuencia de las facultades que confería la ley dictada el 21/10/1857, se presentaron interesados en ocupar las tierras que hoy rodean a El Triunfo, por entonces pertenecientes al partido del Bragado.

    Por ejemplo, el 8 de noviembre de 1861 Juan J. Albano solicitó al Gobierno de la Provincia seis leguas cuadradas de tierra (16.199 hectáreas), que formaban un rectángulo de 15.588 por 10.392 metros de lado, comprendiendo los campos ubicados desde la estación Vigilancia hasta algo más al sur del paraje “La Delia”. En los documentos de concesión se lo declaraba “fuera de la línea de frontera”, y se exigía a los solicitantes poblarlos en el término de un año y efectuar la mensura como máximo al año siguiente. Si estos requisitos no se cumplían. se producía la caducidad de la concesión, que se transfería a otro interesado, previo pago de un depósito.

    El campo en el que hoy se asienta la planta urbana de El Triunfo y sus chacras, junto con los predios conocidos con los nombres de “El Moro”, “El Morito” y “Lavinia”, con la misma superficie de 16.199 hectáreas, fue solicitado en arrendamiento el 5 de mayo de 1862 por don Juan Schröder.

    Cuando caducó su concesión, fue pedido por Anselmo Saenz Valiente y Manuel Blanco, pero luego éstos no efectuaron el depósito que correspondía, y en consecuencia, el 14 de mayo de 1864 el Superior Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, lo otorgó en arrendamiento de la siguiente manera:

    A Luis Chapeaurouge las tres leguas cuadradas al nord-oeste, y las otras tres, que incluían el área del actual pueblo, a Pablo Beristayn.

    La mensura fue encomendada al agrimensor Juan F. Czetz, quien cinco años más tarde determinaría el lugar de asentamiento del Fuerte Triunfo.

    En las citas meramente técnicas que contienen los documentos, se aprecia el esfuerzo que demandaba esa tarea. Czetz escribió: “... a los mil ochocientos dieciocho metros crucé una cañada,...”. También sorprende la exactitud en las medidas, cuando a continuación se lee: “a los dos mil quinientos noventa y ocho metros encontré un mojón, a los cinco mil ciento noventa y seis metros otro y a los siete mil setecientos noventa y cuatro metros llegué al esquinero Este de Don Luis Chapeaurouge”. Es importante destacar que la unidad de medida que se empleaba era el metro, lo que demuestra que en aquella época ya se había adoptado el Sistema Métrico Decimal.

    Ya creado el Partido de Lincoln (19 de julio de 1865), y establecido el Fuerte Triunfo en octubre de 1869, el campo de Pablo Beristayn fue vendido el 20 de agosto de 1873 a Juan Lopez y tiempo después a Antonio González, quien lo conservó durante más de veinte años.

    Vendió la mitad (4.049 hectáreas) el 20 de marzo de 1899 a don Manuel Salustiano Aguirre. Este a su vez se desprendió del predio el 3 de mayo de 1906 en un remate que se realizó en el Teatro Porta Pía de Lincoln, en el cual el señor Hilario Rossetti adquirió una fracción de 168 hectáreas y el resto fue comprado en condominio por la Compañía Inmobiliaria “La Franco Argentina” y los hermanos Jorge y Alfredo Catelín. Era intención de “La Franco” adquirir la totalidad del campo, pero el precio de la primera fracción rematada superó el tope que estaban autorizados a pagar y quedó en poder del Señor Rossetti.

    La Franco Argentina, que seguramente conocía la ubicación de la nueva estación del ferrocarril (su vicepresidente presidía la Compañía de Ferrocarriles), subdividió el campo, dejando una parte para lo que sería la planta urbana de El Triunfo, con 40 manzanas de 12 lotes cada una, quintas y chacras y organizó el remate que se denominó “Loteo de El Triunfo”.

    González coservó la otra mitad, que se extendía hacia el este de la estación, y lindaba con Juan Lomax (“Lavinia”), Duggan Hnos (“San Martín”), Juan Malcolm (“La Porteña”) y Miguel García Senra (“La Reina”). Esta fracción se remató judicialmente en su juicio sucesorio, en dos partes similares, la primera el 05/10/1913 y la última el 20 de febrero de 1916, subastas que estuvieron a cargo de la firma Adolfo Bullrich y Cía.

    OTROS CAMPOS VECINOS

    Los demás campos cercanos a El Triunfo también fueron cambiando de arrendatarios y propietarios. El que fuera solicitado por Juan J. Albano se dividió en dos partes que se cedieron a José Gorchs (zona de la estación Vigilancia) y a Daniel Iturrios (paraje “La Delia”). Más tarde ambas fracciones serían ocupadas por don Juan López, quien llamó a su campo de 16.199 hectáreas “La Juanita”.

    Las estancias “San Martín” y “La Porteña”, fueron en principio un solo campo que estuvo en poder de don Luis Amadeo. Posteriormente la parte noroeste pasó primero a don Emilio Furt y luego a Duggan Hermanos, y la parte sudeste a Juan Malcolm. La primera conserva su denominación y parte de la segunda es actualmente la estancia “La María Ana”.

    Los campos ubicados al sur de El Triunfo, fueron cedidos a G. Bertran y a Dorotea Esnaola de Gallardo.

    PLANO de 1894

    Un plano del Partido de Lincoln confeccionado en los Talleres del Museo de La Plata en 1894, muestra una serie de importantes referencias.

    En el campo de don Antonio González se encuentra marcado el lugar donde estuvo el “Fuerte Triunfo” y a unos 3 Km al sudoeste se señala la existencia de un “Torrión”. En el centro de este campo estaban los “Médanos de El Moro”.

    El Fortín Vigilancia estaba ubicado al lado de la laguna del mismo nombre, a 8 Km al sur del Fuerte Triunfo, y en un extremo del campo de Juan López. Hoy se lo conoce como “La Providencia”. Perteneció anteriormente al Dr. Julian Carlos, y en la actualidad a Edgardo Alberto Porta.

    En la misma línea, a 14 Km se hallaba el Fortín Conesa, cercano a la actual localidad de Martínez de Hoz.

    “La Guardia” está indicada en el campo de Patricio Pérez y Gil Rodríguez, y ya están señaladas las estancias “San Martín”, “La Amelia” y “La Primera”.

    El ferrocarril llegaba hasta la ciudad de Lincoln, pasando por Bayauca, La Delfina y Los Toldos.

    Referencias:

    Archivo de la Dirección de Geodesia y Catastro de la Provincia de Buenos Aires, perteneciente al Ministerio de Obras Públicas.

    Asalto al Fortín Vigilancia


    Del peligro que significaba vivir junto al indio que mantenía su actividad en la frontera, da cuenta el siguiente episodio ocurrido en Fortín Vigilancia, según lo narra Andrés R. Allende en la página 89 de su libro “Historia del Pueblo y del Partido de Lincoln en el siglo XIX. La Conquista del Oeste Bonaerense (1869)

    Corrían tiempos difíciles para los partidos de la Provincia situados en las regiones inmediatas al desierto, expuestos de manera permanente a las depredaciones de los indios, desde fines de 1869, como reacción contra los importantes avances de las líneas defensivas ejecutadas por el Gobierno de Sarmiento, las invasiones se sucedían casi sin solución de continuidad. En lo que hace al Partido de Lincoln, la nueva línea de fortines establecida en octubre del mencionado año fue sometida a dura prueba por los bárbaros, que en algún momento llegaron a tomar por asalto uno de los reductos y pasaron a cuchillo a toda la guarnición. Este ataque estuvo encabezado por un soldado desertor llamado Manuel Suarez.

    Se trató del Fortín Vigilancia, según lo afirmó Federico Terrero en la Asamblea celebrada por la Sociedad Rural el 4 de julio de 1870, al considerarse la situación de la frontera (Anales de la Sociedad Rural Argentina, Buenos Aires 1870, página 248).

    2 - Colonia Concordia


    Desde 1870 el presidente Sarmiento tenía en su poder un proyecto de colonización de Emigrant and Colonits Aid Corporation Limited, que le había sido enviado desde Londres.

    La “Empresa Colonizadora de La Pampa”, de origen nacional, decidió competir con el mismo. Estaba formada por Guillermo Bertram y Féliz M. Brizuela, propietarios de tierras en el partido de Lincoln. Finalmente y en el campo de propiedad de Agustín Martínez y de Guillermo Bertrand (actualmente Estancias “Las Acacias” y “Maribel”), fundaron el 20 de marzo de 1871 la “Colonia Concordia”, muy cerca del Fortín Vigilancia y a escasos 5 km de El Triunfo.

    La misma estuvo compuesta por 120 colonos (80 italianos lombardos, 34 argentinos -riojanos y porteños- y otros). En octubre del mismo año, la Empresa Colonizadora terminó de construir el edificio de la escuela.

    Contó con los servicios religiosos del reverendo padre Pablo Emilio Savino, que oficiaba su prédica autorizado por el arzobispado de Buenos Aires y daba sus misas en una construcción de madera de 10 x 7 metros.

    La Colonia fue el primer asentamiento estable de la zona. Tuvo la primera capilla, el primer cura, la primera escuela y el primer maestro del Partido de Lincoln (José Bruschetti, designado por el Consejo General de Educación el 01/12/1875).

    La seguridad con la que se vivía en la zona y el interés de los comerciantes españoles, presionaban al gobierno para obligar al cumplimiento del compromiso de compra por parte de los colonos. Al no poder hacerlo, el Poder Ejecutivo comenzó con los juicios y en 1877/80 la Colonia comenzó a desintegrarse.

    En 1879, la precaria capilla fue donada por el arzobispo al pueblo de Lincoln.

    El padre Salvaire fue el “constructor” de la monumental Basílica de Luján, fruto de una promesa que hizo en un momento de peligro entre los indios. Pertenecía a la comunidad de los Padres Lazaristas, encargados de ese templo desde el 28 de enero de 1872, al igual que el mencionado PADRE SAVINO.

    Recientemente (1998), la Editorial Paulinas publicó un libro de Juan Guillermo Durán, llamado “El Padre José María Salvaire y la familia Lazos de Villa Nueva”. Un episodio de cautivos en Leubucó y Salinas Grandes, en los orígenes de la Basílica de Luján. (1866-1875). De su lectura y los hechos ocurridos en la zona, se desprenden las siguientes conclusiones:

    · Cuando, de alguna manera, concluyó el avance de las corrientes colonizadoras y quedó ese bolsón de territorio indígena separado por la FRONTERA, los misioneros, que acompañaban a los colonizadores, también se detuvieron.

    · Hicieron incursiones esporádicas en ese territorio, ya sea como capellanes militares o en excursiones para el rescate de cautivos cristianos.

    · En general la acción se limitó a establecerse en poblaciones cristianas limítrofes o entre los indios “mansos” (Catriel en Azul o Coliqueo en Los Toldos) y desde allí iniciar alguna acción, siempre acompañando los avances poblaciones, pero sin impulsarlos.

    · La frontera oeste fue la más desprotegida desde el punto de vista de la asistencia religiosa. El Padre Savino se estableció en 1870 en la Tapera de Díaz (entre los indios de Coliqueo) y desde allí incursionó en la Colonia Concordia.

    · En la zona de Lincoln no quedaron resabios de indígenas (salvo Los Toldos, de los que se ocupan los Padres Benedictinos). La atención espiritual estuvo dirigida a los nuevos pobladores, de diversas procedencias inmigratorias, en su mayoría católicos.

    En el libro que se menciona hay citas de varias publicaciones del Padre Meinrado Hux, de Los Toldos.

    Se transcriben párrafos textuales, recordando que por entonces esta zona pertenecía al Partido de BRAGADO, ya que si bien el de Lincoln fue creado en 1865, hasta muchos años después no tomó posesión activa de su jurisdicción ni contó con población ni autoridades.

    Páginas 48/49:

    “Pero existe otra faceta de su vida que el ejercicio y difusión del “ministerio lujanense”, por su mismo peso y trascendencia, dejó prácticamente en la penumbra: el de misionero entre los indios “pampas”, afincados en las cercanías de las actuales ciudades de Azul y Bragado, experiencia esta que, si bien breve en cuanto a su duración, (dos años: 1874-1876), fue intensa, abnegada y de profunda significación para la obra evangelizadora de la época, que ofrecía al Gobierno Nacional la alternativa de integrar a los indígenas a la “vida civilizada” por la vía del sistema pacífico de misiones o reducciones (capilla, escuela, trabajo organizado), con el fin de evitar la instrumentación de una simple “política ofensiva”, que pretendiera alcanzar el sometimiento de las tribus mediante el recurso de campañas militares de persecución y toma de prisioneros.”

    Página 456:

    “Se destaca la acción de León Federico Aneiros, Arzobispo de Buenos Aires (1873-1894) y su acción por el cumplimiento de cuatro prioridades pastorales: la fundación de curatos, la práctica de la vida canónica y la predicación de misiones en las parroquias de la campaña, la propagación del periodismo católico y la promoción de la evangelización de los indígenas de Buenos Aires y de la vasta región patagónica, tarea esta última posible gracias a la colaboración, primero, de los padres lazaristas (Meister, Salvaire, Savino) y luego de los salesianos (Fagnano, Milanesio, Cagliero)”.

    Página 484:

    “La Sociedad de San José debe su creación a la iniciativa de un grupo de damas porteñas apoyadas por monseñor Leon Federico Aneiros en su inquietud de promover la solidaridad social. La institución quedó constituida el 19 de junio de 1874...

    ...desde sus comienzos, apoyaron económicamente el desarrollo de la actividad misionera con los indígenas llevada a cabo por los lazaristas Jorge M. Salvaire (Bragado-Azul), Pablo Emilio Savino (Tapera de Díaz-Carmen de Patagones), y José Birot (Isla Martín García) y luego la obra salesiana en la Patagonia...”

    Página 392:

    “Estos misioneros lazaristas eran hombres muy preparados y muy movedizos. A Savino tan pronto lo encontramos en Carmen de Patagones, en la Tapera de Díaz (Los Toldos), en la Colonia Concordia o de catedrático en el Colegio de los Lazaristas de Bs.As.”

    1 - Fuerte Triunfo


    El partido de Lincoln, creado en 1865, ocupó la región situada inmediatamente al exterior del río Salado, que enmarcaban por el Norte las grandes lagunas de Gómez, Mar Chiquita y del Chañar.

    Mapas o cartas de la primera mitad del siglo XIX, registran esa región y sus accidentes topográficos más importantes como médanos, cañadones y lagunas, y aún las rastrilladas que la atravesaban. Esa toponimia fue enriqueciéndose a medida que aumentaba la penetración de pobladores blancos.

    Ya en la séptima década del siglo los primeros expedientes de mensura revelan la existencia y situación de parajes tales como:

    · El Cañadón de Bayanca y la Pampa de Bayanca o de Bayauca, lugar de aguadas permanentes al que convergían rastrilladas del desierto y en cuyas proximidades se levanta actualmente el pueblo de ese nombre.

    · De “Ancaló”, nombre araucano que significaría médano bien afirmado, paradero indígena en el que en 1869 habría de levantarse el Fuerte General Lavalle y delinearse más tarde el pueblo de General Pinto.

    · De “Vacaloncó o Cabeza de Vaca”, situado al Sudoeste de la laguna del Chañar, que fue utilizado por los indios en sus incursiones sobre la frontera Norte y en donde –sorprende comprobarlo- ya en 1845 existía un fortín.

    · Del “Médano de Acha”, a corta distancia del actual pueblo de Vedia y en la laguna y médano de la Mula Colorada Coló-Mulá, al Sur de la Mar Chiquita, parajes estos dos últimos en los que en 1864 habrían de erigirse sendos fortines.

    · De “Chiquiló o Chiquilofo”, al oeste de la laguna de Gómez, donde también en 1864 se establecería un fortín.

    · De la “Laguna del Renegado”, al Noroeste del actual ejido de Lincoln y de la laguna del Gaucho en su ángulo occidental.

    · “Del Médano del Mate”, Cañada de Arín y Laguna del Tigre, en el borde Sudoeste del mismo ejido.

    · De los Médanos de Hulliló, y de Rellisó, donde en 1869 se erigieron el Fuerte de El Triunfo y el fortín Vigilancia.

    · Otros lugares cuyos nombres en algunos casos han desaparecido y en otros quedaron incorporados definitivamente a la toponimia de la región.
    Referencias: "Historia del Pueblo y del Partido de Lincoln en el Siglo XIX" (Pag. 5 y 7) - Andrés R. Allende
    ASENTAMIENTO DEL FUERTE

    Corría el mes de febrero de 1869. Buenos Aires, alejada de la lucha que se desarrollaba en las fronteras, se aprestaba a realizar el primer corso porteño.

    El ministro de Guerra y Marina Coronel Martín de Gainza aprobó en general el proyecto de nueva frontera preparado por el Coronel de Ingenieros Juan F. Czetz y le ordenó presentar un plano de la misma, acompañado de un informe detallado, que el coronel elevó el 19 de agosto de 1869, comprendiendo la totalidad de las fronteras sobre la pampa, desde Mendoza a Bahía Blanca.

    En octubre del mismo año, dispuesto ya el avance de la línea, Czetz fue comisionado para colocar las divisiones de las fronteras Norte, Centro, Sur y Costa Sur de Buenos Aires en sus respectivas posiciones, para ligarlas entre sí y sumarlas a las del sur de Córdoba y Santa Fe.

    Czetz se trasladó a la Frontera Norte de Buenos Aires, cuyas fuerzas, comandadas por el Coronel Martiniano Charras, partiendo de los fortines Chañar y Cabeza de Vaca, luego de desbaratar sobre la marcha una invasión de indios, ocuparon el 23 de octubre de 1869 el paraje Ancalú Grande.

    Ese mismo día trazó en el costado norte del médano Sillón o Ancaló o Leunquerló Grande un fuerte destinado a comandancia de la división, al que se llamó General Lavalle. En los días siguientes determinó los lugares en que debían levantarse los fortines de la línea, los que, colocados a escasa distancia unos de otros, tomaron de derecha a izquierda los nombres de Las Heras, Media Luna, General Paz, Tres de línea, Central, Rivadavia, Belgrano, Triunfo y Vigilancia. Por el fortín Las Heras esta línea se conectaba con el sur de Santa Fe, y por el de Vigilancia con la frontera Oeste de Buenos Aires, cuyo avance acababa de efectuar el Coronel Lopez Osornio.


    LA NUEVA FRONTERA Y SUS LUCHAS

    En comunicación al Ministro del 29 de enero de 1870, Czetz resumió las ventajas alcanzadas con el planeamiento de la nueva línea fronteriza de la siguiente manera:

    1. Se había reducido su extensión en aproximadamente 60 leguas.

    2. Se tomaron a los indios las principales aguadas en un radio de 25 leguas delante de la antigua línea, con lo que se ponía un verdadero dique a sus invasiones.

    3. La proximidad en que se instalaron los fortines facilitaba el servicio de vigilancia, ya que cada uno debía explorar dos o tres leguas diarias. La ubicación de las comandancias en el centro de las respectivas líneas, a la vez que garantizaba la disciplina y el buen servicio, facilitaba el aprovisionamiento de las fuerzas.

    Según Czetz, la nueva frontera necesitaba un aumento proporcional de sus fuerzas en las provincias de Mendoza, San Luis y Buenos Aires; regularidad en el suministro de armas, municiones y vestuarios; severidad con los proveedores en cuanto a la entrega de alimentos para la tropa, y la pronta concreción de la idea de dar a cada individuo, al cumplir tres años en la frontera y según su graduación, un terreno en propiedad, bajo la única condición de cultivarlo, preparando así la única barrera invencible contra la barbarie: una frontera de colonias militares agricultoras.

    El 28 de marzo de 1870, desde Junín, el Coronel Charras informó a sus superiores sobre el estado de los trabajos que sus soldados venían realizando en la frontera recientemente avanzada. En el Fuerte General Lavalle, centro de la línea y sede de su comandancia, se habían construido 63 ranchos de adobe, que constituían los cuarteles del Regimiento 3 de Caballería de línea. Sus efectivos sumaban 213 hombres entre oficiales y soldados, con dos piezas de artillería. De esta fuerza, 10 hombres se hallaban destacados en el fortín Tres de Línea, situado a cuatro leguas a la derecha de Ancaló, y 10 en el fortín Rivadavia, a cuatro leguas a su izquierda. Se habían construido potreros para la caballada y ganado de consumo, dos jagüeles, y se prepararon seis cuadras de tierra para la siembra de forraje.

    En el Fuerte Triunfo, situado doce leguas a la izquierda del centro, se trabajaban los materiales para la construcción de los ranchos que servirían de cuarteles a las tropas. Las maderas y demás elementos eran traídos desde otros Fuertes de la línea.

    El Triunfo era fuerte principal con una guarnición de 115 Guardias Nacionales, de los cuales 20 se hallaban destacados en los fortines Belgrano y Vigilancia. Se encontraba al pie de la cadena medanosa y su construcción era de palos, paja y adobe. Tenía forma rectangular, con un cuartel para la tropa, comandancia, guardia, depósito, dos pozos o jagüeles y dos corrales. Todo ello rodeado de un foso. Su nombre se debió al combate librado por el Coronel Martiniano Charras el 20 de octubre de 1869, en la Cañada de Arín, donde rescató cautivos y hacienda. (1)

    En este período se destaca la brillante labor cumplida por el Coronel Czetz en el trazado y establecimiento de la nueva línea dispuesta por el gobierno de Sarmiento, quien lo premió designándolo Director del Colegio Militar de la Nación, que terminaba de crear.

    En su mensaje al Congreso de la Nación de 1872, el presidente Sarmiento analizó invasión por invasión y se jactó con legítimo orgullo de que con su nueva línea de fronteras había vencido al indio, ya que desde 1870 ningún malón consiguió escapar con lo robado.”

    Referencias: "La Guerra de Fronteras durante la Presidencia de Sarmiento" (Pag.68/72) e "Historia del Pueblo y del Partido de Lincoln en el Siglo XIX" (Pag.74/75) - Andrés R. Allende

    (1) Sobre este combate puede leerse en la página 66 del libro “La Conquista del Desierto 1536-1879” editado por la Dirección de Geodesia que “los días 18 y 19 de octubre de 1869, las fuerzas de la frontera norte, encabezadas por Charras, el que era acompañado por Czetz y voluntariamente por el viejo Coronel Baigorria, veterano de la guerra de fronteras, se pusieron en marcha para ocupar el estratégico lugar denominado Ancaló Grande, al Oeste del partido de Lincoln. El día 20, a las 07.30 de la mañana, cuando la columna se encontraba a dos leguas de la estancia de Dowling, se escucharon tres cañonazos que anunciaban la presencia de indios en el fortín Chiquilof. Se los sorprendió y atacó en la Cañada de Arín, donde abandonaron el botín, compuesto de 1.500 yeguarizos, y se dieron a la fuga.