El Triunfo: Un pueblo con historia

Fundado el 09-09-1909

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Material difundido en el Año del Centenario
Por LRM300 - FM El Triunfo - 101.5 Mhz


En "NUESTRA HISTORIA, una mirada al pasado triunfense"


Programa conducido por Carlos María Dusio

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Don Gustavo Navarro, un hombre polifacético


Recientemente, el 25 de mayo de 2009, se han cumplido 100 años de la llegada de Gustavo Navarro a El Triunfo, hecho recordado por su hija Cholita, acompañada por un grupo de vecinos, con un simple homenaje ese mismo día frente al lugar donde él trabajó, y que fuera entonces la panadería de Russo, hoy ya demolido el edificio sobre la ancha avenida San Martín.

Don Gustavo nació en Lincoln el 28 de noviembre de 1894 y con sus 14 años de edad decidió ser otro pionero del pueblo que se estaba formando a 30 kilómetros al sur de su ciudad. Sólo había transcurrido poco más de un mes del 18 de abril de 1909, cuando se realizó el remate del loteo de terrenos, quintas y chacras en el teatro Porta Pía de Lincoln, y faltaban tres meses para el hecho que dio estado de fundación, el paso del primer tren de pasajeros el 9 de septiembre.

Luego de pasar un tiempo en la estancia La Juanita de Juan López se empleó en la panadería de Antonio Russo. Allí era considerado como hijo, pues la señora de Russo, doña Teresa Belardo lo había amamantado junto a su niño Vicente con quien se trataron siempre como hermanos. Acotemos brevemente que Vicente fue juez, y otro hijo del matrimonio Russo, Nicolás, integrante de la comisión fundadora de CASET, fue interventor federal de la gobernación del Chaco desde el 1 noviembre de 1949 hasta el 6 de marzo 1952. Durante su gestión, el Chaco fue declarado provincia por ley 14.037 promulgada el 8 de agosto de 1951. Anteriormente era el Territorio Nacional del Chaco.

Sin dejar las tareas de panadero, don Gustavo se hizo cargo a fines de 1919 de la estafeta postal que había funcionado durante diez años en la estación de ferrocarril, y estaba a cargo del jefe don Custodio Maldonado, quien le traspasó un sello fechador, un sello de lacre, un sello certificado, un libro debe-haber y una almohadilla, mientras que él debía agregar los muebles. A principios de 1920 fue confirmado en el cargo, el 27 de febrero de 1926 pasó a ser encargado y el 2 de octubre de 1928 fue nombrado jefe de la estafeta.
La correspondencia llegaba en tren dos veces por semana y las repartía desde una ventana de la sala contigua a la panadería, a veces hasta con restos de harina en su delantal, con la colaboración de don Domingo Etchart que le ayudaba a cantar los nombres de los destinatarios frente al grupo de vecinos que allí enfrente se agrupaban. En esa misma sala se fundó CASET el 5 de septiembre de 1923.
Por resolución de la Dirección de Correos y Telégrafos, el día 26 de septiembre de 1928 cambia de estafeta postal a oficina de correo y el 3 de octubre de 1929 comienza a funcionar con esa nueva categoría en el tradicional edificio de la actual calle Moreno, donde Navarro vivió con su familia hasta que se jubiló el 31 de diciembre de 1947.
El 18 de noviembre de 1926 contrajo enlace con doña Angela Alvarez. Tuvieron dos hijas, Pitina (Angélica Paula) nacida en El Triunfo el 5 de septiembre de 1927 y Cholita (Haydeé Emma) nacida en Quilmes el 29 de junio de 1929.
En la década del 20, junto a Enrique Nogueira administró la confitería "La Armonía" ubicada en la tradicional esquina de las actuales Avda San Martín y Alberdi, con funciones de cine mudo. Mientras tanto y sin descuidar las actividades mencionadas anteriormente, en 1926 adquiría el colectivo del señor Scotti, vecino de Bragado, que desde 1924 prestaba el servicio de transporte de pasajeros entre Lincoln y El Triunfo.
Fue integrante del club Juventud Unida y aunque no participó en la fundación de CASET, se unió años después siendo un entusiasta socio y presidente durante seis años consecutivos desde 18 de diciembre de 1935 hasta 30 noviembre de 1941, cuando lo sucede en el cargo don Ernesto Ortiz. Durante su gestión se construyó el salón social, inaugurado el 27 de abril de 1940. Movido por el entusiamo de ver el avance de la obra, se ausentaba del correo y dejaba a sus niñas encargadas de llamarlo cuando llegara gente a retirar o despachar correspondencia. Sin duda el salón social del club fue la concreción de su gran sueño. Se jactaba con legítimo orgullo: "Era el primero en llegar y el último en retirarme de la reuniones de comisión directiva".
También gustó de componer poesías. De ellas se toman estos versos que con sentimiento le dedicaba a CASET:
"Seis años tu nave timonié
Creo que ese tiempo no es un día
A puerto seguro te llevé
Con fe, honradez y gallardía."
Orador apasionado, supo aprovechar la oportunidad en los festejos del cincuentenario de El Triunfo para expresarle al vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Arturo Crocetti, presente en el acto, que el pueblo había logrado progresar más por la iniciativa de sus pobladores que por la ayuda de las autoridades, decía: "Tenemos una frecuencia de trenes igual que la de hace 50 años".

En una oportunidad, Cholita se encontró con Crocetti en el consultorio del Dr. Wescam, un distingo oftalmólogo de la ciudad de Junín. Cuando se presentó, Crocetti recordó a Navarro y manifestó: "Ese día su padre habló muy bien, y espero que para los 100 años me vuelvan a invitar".
Agente vendedor de los diarios La Nación y La Prensa durante muchos años; colaboraron con él como repartidores entre otros: Manuel Pérez, Juan Carlos Santarelli, Eduardo Roldán, Carlos Alberto Parodi y los hermanos Juan Carlos y Miguel Angel Rolando. El 31 de diciembre de 1972 pasó la agencia a Humberto José Fracassi.
Siempre presente en la cenas aniversario de CASET concurría con la bufanda verde y blanca que agitaba en alto durante sus discursos.
Apasionado del futbol acercaba sus consejos a los jóvenes jugadores durante el entretiempo, y tal fue el cariño que despertaba en ellos que en el año 1975 cuando CASET poseía un excelente plantel, y participaba en Lincoln en un campeonato nocturno, lo hacía con el nombre de "Don Gustavo".
Falleció en El Triunfo el 26 de febrero de 1978. En el traslado de sus restos, el cortejo se detuvo frente a la sede de CASET y su féretro fue cubierto con la bandera de la institución. El secretario de la comisión directiva renovada el día anterior, Abel Julían Moreno, fue el encargado de pronunciar las palabras de despedida.
Su esposa, doña Angela, falleció el 6 de diciembre de 1984. Vivía en Lincoln con su hija Cholita desde el 12 de diciembre de 1982.
En la década del 80, cuando se construyó el mágnífico gimnasio, la comisión directiva de CASET decidió hacer el justo homenaje dándole el nombre de Gustavo Navarro.
CMD
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El farmacéutico Marcelo Manino


Hasta donde tenemos conocimiento, el primer farmacéutico de El Triunfo fue el señor José Mayans, vocal de la primera comisión directiva del CASET en 1923 y designado con el cargo de Intendente del club el 8 de junio de 1924.
Posiblemente haya sido también en 1924 cuando radicó su farmacia en nuestra localidad el señor Marcelo Manino, mencionado en los relatos de don Santiago Sessarego, quien contaba que siendo un niño de 11 o 12 años trabajó y habitó en su casa hasta 1925, cuando el Dr. Oscar Peralta llegó al pueblo aceptando la hospitalidad del joven farmacéutico.
Otro dato interesante sobre la presencia del señor Manino en El Triunfo lo aporta la señora Alba María Rovito de Bosque, quien dice que el día de su nacimiento, 14 de febrero de 1926, amaneció hermoso luego de una noche de carnaval, y que don Marcelo había sugerido que a la niña nacida al alba la llamasen con ese nombre.
Manino, nacido en Lincoln, fue un entusiasta defensor de los ideales socialistas que compartía con sus amigos el Dr. Eduardo Puy y don Joaquín Domínguez.
Formó parte de la comisión de CASET como tesorero en 1927 y revisor de cuentas en 1930 y 1933.
Estaba afectado de un enfermedad incurable en aquellos años, y el lunes 24 de agosto de 1936 se quitó la vida.
Con motivo de su fallecimiento, la revista “Hogar Linqueño” publicó esta nota:
Lincoln, lunes 31 de agosto de 1936
Año III – Número 60

MARCELO MANINO

Falleció el lunes 24 de agosto en la Capital Federal.

“Honda consternación causó en nuestro vecindario, la noticia de la trágica muerte del hijo de este pueblo con cuyo nombre encabezamos estas líneas.
Establecido desde hacía varios años con farmacia en El Triunfo, donde contaba con general estimación y prestigio, también su sociedad fue sacudida al conocerse la infausta e inesperada novedad.
Marcelo Manino, egresado normalista linqueño, perteneció a ese grupo de jóvenes que ingresaron en las filas del estudiantado universitario con el propósito de lograr la capacidad habilitante de una carrera liberal.
Sus restos mortales fueron trasladados a esta ciudad para ser inhumados en el cementerio local, acto que fue un exponente del aprecio de que gozaba el extinto.
El Círculo Farmacéutico dispuso el cierre de las farmacias adheridas, designando al doctor Olimpio Sorgentini para hacer uso de la palabra en el acto del sepelio, cuyas palabras publicamos más abajo.
Haya paz en la huesa tempranamente abierta y encuentren los familiares cristiana resignación.

El doctor Sorgentini dijo:

“Cumplo la misión de pronunciar al borde de esta tumba, en nombre del Centro de Farmacéuticos local y de sus condiscípulos, la palabra de despedida al que hoy emprende el viaje sin retorno.
Me ha tocado la misión, que tengo que cumplir en el colmo de la amargura, de darle el último adios a quien el destino me ligó por muchos años de la vida moza. Un sentimiento primario me lleva a recordar el patio lleno de sol de la primer escuela, el asomo de la hombría en el curso normal, y la policroma bohardilla de la vida universitaria.
Fue un amigo, un profesional y un hombre de bien. En esta trilogía está compendiada su acción en el corto tiempo de su existencia. Jovial, generoso, y leal en la amistad, vivió su vida con un dejo de despreocupación por las cosas del ambiente que lo rodeaba. Habían quedado en él secuelas del poeta de los veinte años que se entrega al vuelo mental y deja pasar las horas con desdén por el interés sórdido y el egoísmo brutal.
Manino era un bohemio y como tal creó su mundo interior con un poco de abstracción por las banalidades del otro, pero con dedicación absoluta al verdadero amigo y con una probidad y limpieza rayanas en el lirismo en el trato con las personas.
Ha caído un buen muchacho. Los que fuimos sus colegas perdemos al compañero que enaltece la misión social que se desempeña y que con su proceder purga la acción profesional de las rudezas de la batalla diaria. Los que fuimos sus condiscípulos hoy convertimos un recuerdo alegre en una añoranza, porque cada vez que le veíamos encontrábamos en él la evocación más completa de lo que el pasado tiene para nosotros de más puro y generoso, sin un resquemor o un sentimiento parásito".
Marcelo Manino: Requiescat in pace”.
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Los hoteles


Ya no existen en El Triunfo esos hoteles que fueron tan necesarios en otras épocas para viajantes de comercio, músicos, docentes, peones, empleados públicos y forasteros de diversos oficios cuando no contaban con medios de transportes rápidos como los actuales, que hoy permiten en poco tiempo llegar a ciudades cercanas, a través de rutas asfaltadas, donde pueda conseguirse un buen hospedaje.
También funcionaron como casas de pensión, y los pensionados por la propia convivencia con los dueños, pasaban a cumplir el papel de miembros de la familia, colaborando en los quehaceres del lugar.

Se listan a continuación, y con la promesa de ampliar el contenido, los hoteles que funcionaron en nuestro pueblo durante gran parte de su siglo de existencia.

Hotel “El Globo”
Tal vez haya sido el primer hotel. Era mencionado en relatos de los primeros pobladores y lo recordaban como una fonda de construcción de chapa y adobe y estaría ubicado frente al paso a nivel de la calle Güemes, mientras que otros afirmaban que estuvo en la esquina de Avda. San Martin, donde actualmente funciona la parada de colectivos.

Hotel “Armano”
El hotel de José Armano es nombrado en la guia del Ferrocarril Oeste de 1910/1911.
Se hallaba en la esquina de Avda. San Martín y Sarmiento, donde actualmente está establecido el cuartel de “Bomberos Voluntarios El Triunfo”.
En los años 30, pasó a ser la confitería "9 de Julio" atendida por los hermanos Meyer. Uno de ellos, Sarito Meyer, es el autor de la letra del vals "Te he querido", al que Leon Ríos le dió la música.
Luego en su salón Arturo Armano tuvo durante varios años el cine "Monumental", con su operador Carlos Plumier. Cerró cuando el club CASET comenzó con sus proyecciones, que le compró las máquinas en 1942.
Convertido en almacén hasta mayo de 1950, cuando Arturo Armano alquila el local y vende las mercaderías y muebles y útiles a la Cooperativa Agrícola Ganadera de El Triunfo Ltda. Allí funcionó la cooperativa cuatro años y medio, hasta que esta entidad compra y se traslada al edificio de la ex Casa Domínguez, el 26 de enero de 1955.
En lo de Armano funcionó posteriormente un local de venta de muebles y por último permaneció cerrado durante varios años.
El edificio de ladrillos a la vista fue demolido alrededor de 1970, quedando al descubierto el amplio sótano durante mucho tiempo, y actualmente persiste como testigo del patio, un añejo arbol de magnolias.

“Pareta Hotel”
El edificio que aún se conserva frente a las vías, en la esquina de las calle 9 de septiembre y Maipú, fue construído como hotel por la familia Torterollo, uruguayos llegados a El Triunfo en años previos a la fundación, entre ellos la joven Saturnina quien se casó con don Manuel Alvarez y fundaron el Almacén La Paz.
El hotel pasó a manos de don Federico Alvarez, padre de doña Angela que se convirtiera luego en esposa de don Gustavo Navarro. Posteriormente el inmueble fue de Ramón Pareta, cuando toma el nombre definitivo. En la década del 30 estuvo a cargo un breve tiempo de Juan Biagioni y por último de Felipe Blanco quien había venido de Balsa, y lo tenía habilitado con 10 camas.
Posteriormente don Felipe, casado con Isabel Pareta, tuvo almacen y despacho de bebidas en la Avda. San Martín y Miguel García Senra, donde lucía colgado en la pared un antiguo reloj a péndulo con la leyenda “Hotel Pareta”.

Hotel “Ruggiani”
De Gerónimo Ruggiani. Fue también fonda, cancha de pelota paleta y despacho de bebida.
Ubicado en la esquina de la Avda. San Martín y Miguel García Senra.
En la avenida, frente a este hotel había una bomba con bebederos para caballos.
En los años 30 la cancha de pelota pasó a ser de los hermanos Figueras.

Hotel “Maluzán”
Pertenecía a Juan Maluzán y estaba ubicado en la esquina de las calles que hoy se denominan Alberdi y 9 de Julio, frente a "El Pradito" de la Federación Agraria Argentina.
Funcionó en las décadas del 20 y30 y fue también restaurante que pasó a ser de Francisco Recco en los años 40.
Don Juan Maluzán formó parte de la comisión de CASET en los años 1932, 1934 y 1935 como vocal y revisor de cuentas.

Hotel "El Español”
Conocido como “Hotel de Navascués”, estaba ubicado en la esquina de la Avda. San Martín y Alberdi, en el terreno donde actualmente se encuentra el local de la Farmacia “Bosque”.
El edificio tenía las características de las construcciones altas de aquel tiempo, ladrillo a la vista y vereda de tierra, limitada con cordón de ladrillos dispuestos de canto, en forma de sardinel. Carteles de chapa con propaganda de bebidas clavados en su ochava.
Atendido en los años 30 y principios de los 40 por sus dueños don José Navascués y su esposa doña Laurena Soteras, y anexo al mismo funcionaba la fábrica de soda.
Los dormitorios daban hacia el patio arbolado, con galería y sus puertas tenían cortinas blancas bordadas, destilaban un perfume muy agradable y particular. En el bar y restaurante, con mostrador para despacho de bebidas, se percibía un olor ácido, mezcla de aceitunas y pinotea de los pisos y al fondo del salón se ubicaban las mesas de billar.

A fines de la década del 40 estuvo a cargo de don Carlos F. Lorenzo, según consta en la guía del Ferrocarril Oeste de 1947, y en un aviso publicado en el periódico linqueño "La Idea", cuyo texto dice: "Carlos F. Lorenzo - Hotel - Comodidad para pasajeros - Servicio banquetes y lunchs - U. Telefónica 43"

Posteriormente fue regenteado por don Fulgencio Iñarrea nacido en España en el año 1893 o 1894.
Allí, todos los atardeceres se daban cita José Llena, Alpañez, y otros, para hacer su partida diaria de tute cabrero, que por lo general terminaba en discusiones.
En las tardes de verano, salpicaba con agua la vereda utilizando algún fuentón o regadera, y preparaba mesas para servir bebidas. Don José Navascués, sentado con sus brazos apoyados en el respaldo de la silla, vigilaba como un guardián dispuesto a intervenir en cualquier momento.
La atención de la cocina estaba a cargo de Doña Pety, su esposa, una mujer de excelente carácter, con quien colaboraba don Humberto Sabatini.
El primer plato del menú de la casa era una muy buena sopa, a la que seguía un excelente puchero. Los segundos y cuartos lunes de cada mes, la comida era organizada por la Casa Meiller, para agasajar a los clientes de sus remates ferias. Dos veces al año, con la realización de los tradicionales Remates Especiales de Invernada, concurrían numerosos y distantes compradores, lo que para Don Fulgencio era una verdadera fiesta, pues disfrutaba mucho del reencuentro con ellos.
El viernes 4 de junio de 1965, mientras servía uno de esos almuerzos, cayó víctima de un ataque cardíaco delante de todos sus amigos. A Don Fulgencio le falló ese día su enorme corazón, y falleció al día siguiente, a las 19.25 horas, con 71 años de edad. Sus restos descansan en el Cementerio de El Triunfo.

Doña Pety continuó al frente del hotel, durante unos pocos años y en 1972 se realizó un remate general de muebles por cuenta y orden de la familia Navacués. Ya desocupado el gran salón se utilizó para actos políticos en la campaña de 1973 y bailes organizados por instituciones triunfenses. Desocupado y sin mantenimiento se deterioró rápidamente transformándose en un lugar predilecto de pájaros, murciélagos y comadrejas, hasta que fue demolido alrededor de 1980.

Hotel “El Caballito Criollo”
Don José María Maradey llegó a El Triunfo de paseo el 23 de febrero de 1926 y se quedó para siempre.
Había nacido en Navarro el 9 de junio de 1905 y con la firme decisión de radicarse resolvió practicar su oficio y el 15 de marzo de 1927 abrió la peluquería. Además le gustaba tocar la guitarra y cantar.
El 15 de agosto de 1941 abrió el hotel “El Caballito Criollo”, que mantuvo hasta su fallecimiento.
Frente a sus puertas tenía establecida su parada de colectivos don Leoncio Amorena, propietario de la empresa de transporte homónima: “El Caballito Criollo”. Aún perdura el nombre “El caballito” para referirnos al servicio que une Lincoln con El Triunfo y los pueblos vecinos Quiroga y Martínez de Hoz.
El hotel de Maradey que poseía el privilegio de contar, cuando el servicio telefónico era manual por operadora, con el número 1, era conocido por cientos de viajantes y guarda miles de anécdotas. Funcionó también como pensión, despacho de bebidas, depósito de encomiendas, oficina donde José María (hijo) expedía certificados de vacunación bovina y hasta en el sótano se estableció en febrero de 1974 la confitería bailable “Pie Derecho”, pero era destacado sobretodo por las deliciosas comidas que preparaba Angelita, la esposa de don José.
Todo se fue con el pasar del tiempo, fallecieron don José, Angelita y Pelado, su hijo, y con ellos se extinguió el hotel. Aún se conserva el local subdividido en dos comercios en la esquina de las calles Alberdi y 9 de Julio.
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